La niña de la foto, de Guinea, muestra su certificado de nacimiento.
Pero 48 millones de los niños que nacen al año en los países en vías de
desarrollo no son registrados, según UNICEF.
Eso significa que es como si no existieran. No pueden demostrar su
identidad, ni su nacionalidad, ni su edad, y no pueden disfrutar de sus
derechos básicos del niño para recibir educación, protección y cuidados
médicos. Sin el certificado de nacimiento, no se pueden evitar ni el
tráfico infantil ni la explotación sexual y laboral.

En algunos países, la cifra es alarmante. Por ejemplo, en el Sur de
Asia, seis de cada diez niños no aparecen en los registros de
nacimiento. Y en África Subsahariana, la cifra de los pequeños
indocumentados asciende al 55%. La campaña Plan
lleva 68 años trabajando en 45 países subdesarrollados para acabar con
esta situación. Se va poco a poco porque los gobiernos tienen otras
prioridades. En India, se ha logrado registrar ya a 3,2 millones de
niños en el estado de Orissa.

Hace unos meses, el premio Nobel de la Paz Desmond Tutu se reunió
con el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, para discutir
el asunto. De la reunión surgió la Campaña Universal para el Registro de Nacimiento, que tampoco ha merecido la atención de de los medios de comunicación.

He aquí un maravilloso libro escrito hace casi un siglo y titulado
Los papalagi. Se trata de una recopilación de los discursos de Tuiavii
de Tiavea, un jefe samoano. Fue publicado por Erich Scheurmann y en
España lo ha editado Integral. Scheurmann viajó a la Isla de Samoa, que por
entonces era colonia alemana, huyendo de la I Guerra Mundial. Allí
conoció al jefe Tuiavii. La antropología estaba en pleno auge.
Scheurmann descubrió que el jefe samoano tenía unos escritos en los que
explicaba a su pueblo cómo viven y se comportan los Papalagi (hombres
blancos) y parece ser que los publicó sin su consentimiento. Es un
interesante estudio antropológico al revés que merece la pena leer para
darse cuenta de lo tontos que somos, aunque pensemos lo contrario. Y
además es divertido. He aquí unos cuantos fragmentos. Se puede leer
entero en el web de Sisabíanovenía.

Sobre el metal redondo y el papel tosco: el dinero

«Cuando hablas a un Europeo sobre el Dios del Amor, sonríe y pone
cara divertida. Sonríe por tu estupidez. Pero tan pronto como le
muestres una pieza de metal redondo y brillante o una hoja de papel
tosco, entonces sus ojos se iluminan y la saliva empieza a babear por
sus labios. Dinero es su único amor, el dinero es su Dios. Esto es en
lo que todos los blancos piensan, incluso cuando duermen. Hay algunos
cuyas manos se han vuelto retorcidas y han tomado la apariencia de las
patas de una termita, como resultado del continuo esfuerzo por obtener
el metal y el papel. A otros se les han vuelto ciegos sus ojos de tanto
contar el dinero. Existen aquéllos que han dado su alegría a cambio de
dinero, su risa, su honor, su alma, su felicidad; sí, incluso su esposa
y niños. Casi todos ellos han dado su salud por dinero. Lo llevan
consigo en sus taparrabos, doblado junto, entre duras pieles. Por la
noche lo ponen bajo su envuelve-camas, de modo que nadie pueda
llevárselo. Piensan en él noche y día, cada hora, cada minuto. Y todo
el mundo ¡todo el mundo! ¡los niños también! Se lo llevan a casa. Sus
madres se lo enseñan y lo ven de sus propios padres. »

«Mis hermanos de piel luminosa, todos nosotros somos pobres. Nuestra
tierra es la más pobre de todas las tierras bajo el sol. No tenemos
suficiente metal redondo o papel tosco para llenar ni siquiera un
cofre. De acuerdo con las normas de los Papalagi somos desdichados
mendigos. Y todavía, cuando miro a vuestros ojos y los comparo con
aquéllos de los ricos allí, encuentro los suyos cansados, mortecinos y
perezosos, mientras que los vuestros brillan como la gran luz,
emitiendo rayos de felicidad, fuerza, vida y salud. Sólo he visto ojos
como los vuestros en los niños de los Papalagi, antes de que puedan
hablar. Porque antes de esa época no tienen todavía conocimiento del
dinero.»

Sobre el tiempo:

«Ésta es una historia increíblemente confusa, de la cual yo mismo no
he entendido todavía los puntos más sutiles, puesto que es difícil para
mí estudiar esta tontería más allá de lo necesario. Pero los Papalagi
le atribuyen mucha importancia. Hombres, mujeres y hasta niños
demasiado pequeños para andar, llevan una máquina pequeña, plana y
redonda, dentro de sus taparrabos. atada a una cadena de metal pesado,
colgando alrededor de la garganta o alrededor de la muñeca; una máquina
que les dice la hora. Leerla no es fácil. Se les enseña a los niños
arrimándolos a sus orejas, para despertar su curiosidad.»

(…)

«Porque los Papalagi siempre están asustados de perder su tiempo, no
sólo los hombres, sino también las mujeres y hasta los niños pequeños;
todos saben exactamente cuántas veces el sol y la luna se han levantado
desde el día en que vieron la gran luz por primera vez. Sí; juega un
papel tan importante en sus vidas, que lo celebran a intervalos
regulares, con flores y fiestas. Muy a menudo he observado que la gente
tenía que avergonzarse por mí, porque me preguntaban mi edad y yo
empezaba a reírme y no la sabía. «Pero tú tienes que saber tu propia
edad». Entonces guardaba silencio y pensaba: es mejor para mí no
saberla.»

Sobre las profesiones:

«Sólo unos pocos Papalagi pueden todavía correr y saltar como niños,
después de haber crecido. Cuando caminan arrastran los pies y se mueven
como si continuamente estuviesen cargados. Niegan y ocultan su
debilidad diciendo que correr, retozar y saltar está por debajo de la
dignidad de un hombre con orgullo. Pero esto es hipocresía; como sus
huesos se han endurecido y se han vuelto quebradizos, la felicidad ha
abandonado sus músculos, porque están condenados a muerte por su
trabajo. La profesión también es un aitu que destruye la vida; un aitu
que murmura promesas dulces a los oídos de la gente y al mismo tiempo
les chupa la sangre de sus cuerpos.»

«¿Vas a hablar hoy con nosotras?», le preguntaban las enfermeras cada
mañana sin obtener respuesta. El viernes pasado decidió contestar: «Sí,
eso creo». Se quedaron atónitas. Se trataba del misterioso Hombre del Piano que llevaba en el hospital psiquiátrico desde el pasado abril sin decir
palabra. La prensa había contado de él que lo encontraron paseando por una playa
inglesa elegantemente vestido, con la ropa mojada como si fuese el superviviente de
un naufragio, sin documentación, sin hablar ni una palabra, con la
mirada perdida. Lo llevaron a un hospital y sólo se comunicaba a través
del dibujo y tocando al piano de forma magistral.
Desde entonces ha estado ingresado en el Hospital The Little Brook, en
Dartford (Kent), sin que nadie lograra identificarlo. «Desde que dibujó un piano en el papel donde los médicos esperaban que
hubiera escrito su nombre, el muchacho pasa las horas sentado ante el
teclado», decía el 20 minutos en un artículo de abril. «Si le dejan, a veces se pasa varias horas al piano.»

Ayer, el tono de la prensa cambió. El Daily Mirror subtitulaba:
«Se creía que era un genio de la música que había perdido la cabeza,
que había tratado de quitarse la vida para retirarse a un mundo de
silencio… pero en realidad es un gay alemán que engañó a los médicos
y que apenas sabe tocar una nota». Según relata este respetuoso
diario
británico,
el viernes pasado decidió contar que había
perdido su empleo en París y que
después viajó al Reino Unido con el tren Eurostar. Había cuidado
enfermos mentales, de los que copió el comportamiento. Cuando le
encontraron —en una carretera de la isla de
Sheppey, al sur del condado de Kent— estaba tratando de quitarse la
vida. Añaden que no sabía tocar el piano, que, en realidad, sólo
aporreaba la misma nota una y otra vez. Ya ha sido dado de alta y ha
vuelto a su país natal.

Al periódico inglés parece que le ha defraudado mucho que el joven
no sepa tocar el piano y que encima sea gay y alemán. Hay muchos
periodistas, como se puede ver, a los que les hubiese gustado escribir
novelas de ficción y fantasía, pero algunos otros hubiesen preferido el
oficio de verdugo.

Dos meses después de que haya acabado el primer año de colegio de
Ana —en el que compartió mesa y juegos por primera vez con otros niños
de su edad— ha empezado a mantener largas conversaciones imaginarias
con sus muñecos en un idioma inventado. Lo nuevo no es la conversación
imaginaria sino el idioma sacado de la manga. Sabíamos que todas sus
nuevas amiguitas eran inglesas inscritas en una escuela donde sólo se
habla español y valenciano, pero nunca imaginamos cómo sería el día a
día con ellas desde el punto de vista de Ana.

Ella debía ver que sus compañeros hablaban otro idioma entre ellos.
Y, si hablaban inglés como ella español, debían hablar mucho. Sólo al
final del curso chapurreaban un poco de castellano que les había
enseñado Emma, la maestra, quien, por otro lado, no conocía ni una
palabra de inglés y desde el primer día les habló gesticulando exageradamente como si los niños fuesen sordomudos. 

El idioma que se inventa ahora Ana tiene algunas palabras en inglés
(the other, hello, yes, take …), pero lo más curioso es que lo utilice
ahora y no hace dos meses. Muchas veces lo usa para hablar por teléfono
imaginariamente con los padres de sus amigas inglesas. Y sobre todo
aflora cuando tiene falta de sueño. Entonces son conversaciones
especialmente largas con risas incluidas. Si le pides que te lo
traduzca, lo hace, por supuesto. Es todo un show.

Cada 17 de junio, Diego Goldberg y su familia posan por separado
delante de una cámara, con la misma expresión en su rostro. Las
primeras fotografías fueron de Diego y su mujer, Susy, en 1976. Después
fueron apareciendo los bebés: Nicolás en 1978,  Matías en 1979 y
Sebastián en 1984. Todos han sido fieles a la cita anual. Es como un
ritual privado, dijo Diego: «Nos fotografiamos para detener, por un
momento, la flecha del tiempo que por allí pasa». Se puede ver esta
inquietante línea de tiempo en ZoneCero, un web dedicado al arte de la fotografía.

¿Veraneáis en algún lugar donde las avispas son una pesadilla
recurrente? Pues aquí va un método sorprendente para atraparlas de cien
en cien. Lo descubrimos por casualidad después de haber probado
todos los aerosoles y demás productos que se venden para ese fin pero
que son tan caros como inútiles. Existe también toda una gama de
absurdos remedios caseros que recopila JL en su página dedicada a las avispas en salmorejo.com.
Puedo añadir otro de esos consejos a la lista: el técnico de medio
ambiente de este pueblo nos dijo que les pusiéramos un plato de
berberechos (sí, sí, a las avispas).

Nuestro descubrimiento se reduce a agua con jabón. Una calurosa
noche, estaba Ana bañándose en una piscinilla roja y echamos un poco de
gel con extracto de romero. La piscina se quedó allí, rebosando de agua
jabonosa. Al día siguiente, a medio día, contemplamos boquiabiertos que
había más de 100, muchas
más de las que habían caído en las trampas compradas en los
últimos cuatro años.

Anoche colocamos la piscina sólo con agua. Se nos olvidó el gel.
Hoy, a las dos de la tarde, no había caído ninguna. Echamos un poco de
HidroGenesse (el gel) y vimos cómo acudían decenas de ellas a la
piscina, atraídas por el
perfume. Cinco cayeron al agua inmediatamente, como en caída libre. Dos
horas más tarde, habían caído 110. Me entretuve en contarlas. La
tensión superficial debilitada por el jabón y el perfume hacen
estragos. El perfume las atrae y la tensión superficial las hunde.
Pierden su capacidad de posarse sobre el agua y salir airosamente de
ella. 

Y, puestos a hablar de gel atrapa-avispas, hay multitud de productos
conocidos que sirven para cosas distintas de para las que fueron
diseñados. La Coca-Cola para las manchas, la tiza para las
hormigas, … Joey Green
se ha hecho famoso en Estados Unidos escribiendo libros
y apareciendo en la radio y en la televisión en espacios especiales para hablar de este tema.

Si alguien tiene un jardín en el que sus hijos no pueden jugar por
culpa de las avispas, la auténtica pesadilla del verano, aquí va un
método sorprendente para atraparlas que descubrimos por casualidad
después de haber probado todos los sprays y demás pócimas que se
encuentran en el mercado por un elevado precio y con una calidad y
eficacia ínfimas: se trata tan sólo de gel. Una calurosa noche de
agosto, estaba Ana bañándose en una piscinilla y echamos un poco de gel
con extracto de romero. Al  día siguiente, a medio día, habían
caído más de 100. Hoy hemos comprobado de nuevo la eficacia: anoche
colocamos la piscina con agua y sin gel. Hoy a las dos de la tarde no
había caído ninguna. Echamos un poco de gel y a los cinco minutos
habían caído cinco. Media hora más tarde, se habían ahogado 60. Parece
que pierden la capacidad para salir del agua airosamente, como hacen
cuando no hay gel. Además, este gel las atrae.

El auténtico Howard Spitz
(1998) es una comedia que trata de un escritor de
novelas policíacas, mediocre y zafio, que acaba triunfando con la literatura infantil.
Crea un personaje —una vaca detective— que se convierte en un
aplastante éxito. Una niña de siete años, ávida lectora, le ayuda desde
el principio a perfilar el personaje y las historias a cambio de que
Howard le eche una mano para encontrar a su padre. Pero el mayor
problema de Howard es que odia a los niños hasta tal punto que contrata
a un actor para que acuda a los actos y entrevistas y se haga pasar
por él. A destacar, las escenas en la sección infantil de la
biblioteca, donde Howard descubre que los cuentos que más tirada tienen
en ese momento no tienen más de 200 palabras.

Carla Marrero tiene 10
años y empezó a tocar el violín cuando tenía año y medio por sus padres. Ahora dice que lo toca “por hábito y
vicio”. Es hija única, pero en una entrevista que publicó ayer El País
cuentan que tiene una hermana gemela imaginaria que la acompaña a todas
partes, igual que su violín. Vive en Alcalá de Henares y estudia en el
Colegio Suizo cuando puede, ya que dedica cinco o seis horas diarias a
tocar el violín. Aquí va un pequeño fragmento de la entrevista:

P. ¿Qué maestros te han oído?

R. López Cobos, Plácido Domingo, Víktor Zukermann y Daniel Barenboim; es muy simpático, me peló un plátano.

P. ¿Qué quieres ser de mayor?

R. Voy a ser siempre lo que soy ahora, violinista.

P. ¿Se gana dinero con esto?

R. ¡No sé! Las muñecas me las regalan mis abuelas. Y pelis tengo mogollón, casi todas en alemán.

P. ¿Quieres ser famosa?

R. Quiero tocar bien el violín.

P. ¿Pero haces esto porque quieres tú o por tus padres?

R. ¡Porque quiero yo! Si no, no me levantaría de la cama y me pusiese a tocar. Tendría una perreta cada mañana…

P. ¿Lloras mucho o qué?

R. Cuando era pequeña.

P. ¿Y cómo es un día de Carla Marrero?

R. Me levanto a las ocho, leo hasta las nueve, desayuno tostada
con aceite, aunque también cereales, me ducho, me lavo los dientes y me
pongo a estudiar a las 9.30.

P. ¿Sola?

R. Sola. Leo partituras desde hace cinco años, en septiembre hará cinco justos. Y luego, las seis horas con Fatkoulin.

CrashBonsai es una
invención de John Rooney, un artista que se dedica a cultivar bonsais y
a crear cochecitos y camiones que parece que han chocado contra ellos.
Los vende en su web y tiene modelos de todo tipo. Una de las últimas
incorporaciones es el Cadillac Eldorado de arriba, de 1957. Está a
escala 1:18 y su precio es 125 dólares.