Dos meses después de que haya acabado el primer año de colegio de
Ana —en el que compartió mesa y juegos por primera vez con otros niños
de su edad— ha empezado a mantener largas conversaciones imaginarias
con sus muñecos en un idioma inventado. Lo nuevo no es la conversación
imaginaria sino el idioma sacado de la manga. Sabíamos que todas sus
nuevas amiguitas eran inglesas inscritas en una escuela donde sólo se
habla español y valenciano, pero nunca imaginamos cómo sería el día a
día con ellas desde el punto de vista de Ana.

Ella debía ver que sus compañeros hablaban otro idioma entre ellos.
Y, si hablaban inglés como ella español, debían hablar mucho. Sólo al
final del curso chapurreaban un poco de castellano que les había
enseñado Emma, la maestra, quien, por otro lado, no conocía ni una
palabra de inglés y desde el primer día les habló gesticulando exageradamente como si los niños fuesen sordomudos. 

El idioma que se inventa ahora Ana tiene algunas palabras en inglés
(the other, hello, yes, take …), pero lo más curioso es que lo utilice
ahora y no hace dos meses. Muchas veces lo usa para hablar por teléfono
imaginariamente con los padres de sus amigas inglesas. Y sobre todo
aflora cuando tiene falta de sueño. Entonces son conversaciones
especialmente largas con risas incluidas. Si le pides que te lo
traduzca, lo hace, por supuesto. Es todo un show.