Juan Carlos Rodríguez Vázquez  ha estrenado el plan Concilia. Es un funcionario de 37 años que
acapara hoy la “contra” de El País por haber sido el primero en
conseguir los diez días de permiso con sueldo para poder cuidar a su
hija, que nació el 9 de enero. Una de las declaraciones que hace es que
le toca cambiar pañales «por un tubo» y que, como a su bebé «no se le
ha caído el ombliguito todavía» pues a su mujer le da grima y por eso
lo hace él. También dice que su mujer le da de comer (espero que sea de
mamar) durante el día y él lo hace durante la noche. ¿¿??

Qué madre más rara…

Han ejecutado en California a Clarence Ray Allen, el preso más
anciano
del corredor de la muerte, a la mañana siguiente de cumplir 76 años. El
hombre estaba ciego, casi sordo, diabético e iba en silla de ruedas. El
pasado septiembre, le dió un ataque al corazón pero le operaron y se
recuperó. Más tarde, pidió que si le daba un nuevo
ataque antes del fatídico día le dejaran morir, pero se lo
denegaron.

Cuando llegó el momento de ser conducido hacia la cámara, y aunque
estaba legalmente ciego, levantó la cabeza para buscar a los familiares
que había invitado a la ejecución y dijo: «I love you». Añadió una
expresión india, haciendo honor a su cultura: «Hoka hey, it’s a
good day to die».(Adelante, es un buen día para morir).  Hoka hey es una expresión sioux, famosa porque la pronunció Caballo Loco para exhortar a sus tropas.

En la ejecución, Allen llevaba una cinta en su frente, una bolsa de medicina en su
cuello y una pluma de águila en su pecho. Dos consejeros espirituales
indio-americanos fueron a visitarle unas horas antes de la ejecución.

Allen estaba condenado a muerte por organizar el asesinato de cuatro
personas. Su última declaración, leída por su abogado, decía que había
disfrutado su última comida: bistec de búfalo, pollo frito, pan indio,
helado y tarta de pecan sin azúcar.

«Internet es una mierda.

Es muy importante que nos demos cuenta de
esto antes de seguir adelante. La gente (por ejemplo, los bloggers) no
para de decir que es maravilloso; que hay tanta información en el
ciberespacio; que cualquier cosa está al alcance con sólo sólo unos
clicks de su ratón….

Mira lo que hemos hecho…. Hay bombeo de dinero on-line
a personas que ni saben deletrear HTML. Todo tipo de contenido
irritante y sin sentido se vierte continuamente en el agujero infinito
de datos, sin filtrarlo y se sobrevalora. Al aceptar la libertad de
expresión, no podemos ocultar sus consecuencias —que, en este caso, son
millones de terabites de información poco fiable, mal diseñada y
torpemente escrita. Hemos fallado en nuestra propia creación y hemos
dado luz a algo realmente horrible. Pero estamos demasiado ocupados
arrullando al cochecito para darnos cuenta.

Tenemos que empezar de nuevo. Necesitamos
dejar de decir cosas maravillosas de él. Necesitamos admitir abierta,
sincera y respetuosamente, que Internet, en casi todo lo que se ha
hecho con él, es una mierda.

Es inútil tratar de cambiar lo que ya hay
hecho. Lo que necesitamos es cambiar nuestra actitud. Internet no es
nuevo. Los evangelistas hicieron su trabajo. Todo el mundo ha oído
hablar de él, incluso los que no pasan su vida conectados. Ahora es la
hora de la congregación para la revuelta…

Si realmente comprendemos que Internet es
una mierda entonces puede que podamos volver atrás a buscar en otro
lugar nuestra información en lugar de sólo en Google. Puede que los
periodistas hagan buena investigación de nuevo. Si recordamos que el
medio no es el mensaje puede que dejemos de navegar sin rumbo para
buscar algo entretenido cuando podríamos estar haciendo algo realmente
divertido. Y, lo que es crucial, si Internet se viera como algo
ocasionalmente inevitable, entonces puede que esos webs que nos dan
algo especial serían más apasionantes por ello.»

Esto es un pedazo del mensaje de www.internetisshit.org, que lleva advirtiéndonos esto desde hace años y no hacemos caso…

El capitán Kirk, de Star Trek, —o, mejor dicho, el actor que lo interpretaba, William Shatner— ha vendido
una piedra que le sacaron del riñón por 25.000 dólares y ha donado el
dinero a Habitat for Humanity, una organización caritativa que
construye casas para los más necesitados. El que ha comprado la piedra
es GoldenPalace.com, un casino on-line
que se destaca por su colección de objetos raros, entre los cuales está
el famoso sandwich de queso medio comido que tenía una imagen de la
Virgen María y que se vendía en eBay hace un tiempo.

Unos cientí­ficos han creado
unos cerdos que brillan en la oscuridad. Son transgénicos. Los han
creado añadiendo material genético de una medusa a un embrión normal
de cerdo. Estos autores, de la Universidad Nacional de Taiwan, no son
los primeros en añadir colorido a los cerdos, pero dicen que sí­ lo son
en hacer cerdos completamente verdes. Hasta los órganos internos lo son.

Ayer fuimos de cumpleaños, esta vez era un adulto. Cumplía el padre
de una amiga de Ana. En su casa, salió el tema de la edad, ese que
tanto repele pero atrae a la gente. Uno de los padres invitados, que
está en los 50, decía que cuando él era joven pensaba que alguien de 40
era un vejestorio y que ahora no dá crédito a sus ojos, que se siente
joven, que no se lo explica, que le hace feliz que le tutéen y le
fastidia que le llamen “señor”.

Contó una anecdota que le ocurrió en el aeropuerto la semana pasada.
Iban un par de mujeres delante de él, en la cinta, de unos 30 años y
«que estaban muy bien». Entre las chicas y él, iban dos jóvenes. Uno de
ellos le dijo al otro, refiriéndose a una de las chicas: «Fíjate, ahora
hasta las viejas llevan tanga». Nuestro amigo estaba horrorizado. ¿Cómo
que viejas?, decía.

Más tarde, en el restaurante, sacamos los colores y papeles para las
peques, que, como siempre, se pusieron a pintar felizmente y con
decisión, sin importarles el resultado. Todavía no han llegado a la
etapa de la vida en la que a uno le examinan de todo.

. Propuse que hiciésemos lo mismo, que dibujásemos algo, pero todos
se echaron las manos a la cabeza. «No, no, qué va… yo no sé
dibujar…» Al final, lo conseguí. Aquí están los dibujos. Sólo diré
que habían tres mujeres de entre 35 y 41 años. Una de 68. Dos hombres
de 52, uno de 40 y otro de 35. Imposible saber de quién es cada uno por
la edad, ¿verdad? En algunos casos, son los mismos dibujos que debían
hacer a los 12 o 15.

Lo he visto desde pequeña y nunca me había llamado la atención hasta
ahora, que llevo más de 10 años fuera de Barcelona. Se trata de esos
pequeños orinales que venden
allí en Navidad. Tienen dentro un excremento humano hecho de dulce, y
se
supone que es para comer. Debe tener mucho éxito porque las tiendas de
chucherías para niños están llenas de ellos.  No sé si alguien
habrá estudiado el tema de la coprofagia en Cataluña. Ahora no lo veo
tan normal como antes…. No hay nada como mirar las cosas desde fuera
para verlas bien.

Llevo varios días soñando con Mozart. ¿Por qué será?
En uno de los sueños, era compañero de Ana. Iban a la misma clase de
música. Su padre, en lugar de llevarle a recorrer el mundo entero
(ahora sí que lo tendría fácil) para exponerle a lo mejor de lo mejor
en el mundo de la música y para mostrarle a personas que podrían
aportarle algo, lo había apuntado a un curso de iniciación musical en un pueblo
de España.

El Ayuntamiento había olvidado por completo aquel centro, que estaba
medio en ruinas desde hacía décadas, y las maestras no tenían formación
musical de ningún tipo. Hablaban casi a gritos a los niños porque
pensaban que así las entenderían mejor, y les hacían pasar el tiempo
pintando fotocopias de instrumentos musicales o cantando canciones
aburridas en una sala desangelada y fría. Fue una mezcla de
pesadilla horrible y realidad.

La maestra de Ana lo dejó claro el primer día: no iba a prestarse a
repartir ninguna invitación de cumpleaños entre los niños a no ser que
estuviesen invitados todos y cada uno de ellos. Los motivos son más que
obvios. Pues bien, hoy ha ocurrido la primera situación embarazosa.
Esta tarde, cuando salíamos de la clase, nos hemos encontrado a una
madre en el pasillo. Con nosotros caminaba otra madre con su niña, que
es muy amiguita de Ana. La que venía paró a ésta, le dio dos besos y los saludos pertinentes de Feliz Año Nuevo y esas cosas.

Nosotros nos paramos más adelante hasta que acabaran la charla, ya
que, aunque intentamos repetir el amable Feliz Año Nuevo, parecía que
nos habíamos vuelto invisibles de golpe. Ni nos miró.

Cuando la madre y la niña reanudaron el paso, la pequeña fue
corriendo a Ana y le dijo: «Mira, mira, tengo una invitación de Laura
para su fiesta de cumpleaños en su casa …»

La verdad es que a Ana no pareció importarle demasiado no tener una
invitación, aunque se quedó muy pensativa mirando el sobre amarillo. Y
a mi me hizo pensar en la tremenda mediocridad humana. ¿Por qué esa
necesidad de hacer sentir tan pronto a los niños que no forman parte de
un grupo?

Todo esto es muy curioso porque en el antiguo cole, aquel de
Infantil—3 años, aquel tan escaso en medios, con padres sin interés
por la calidad de la educación, tan precario en muchos sentidos, …
allí, cada vez que se hacía una fiesta de cumpleaños fuera de clase no
se excluía a ningún niño. Aquellas familias inglesas tan gregarias de las que hablaba el año
pasado no negaban una invitación a nadie, y eso que allí sí podrían
haberse dado casos de racismo porque había gente de todos los colores y
de todos los estratos sociales.

Entre el 31 y el 1 de enero pasados,  se enviaron 113 millones
de mensajes de texto en la red de Movistar. Aquí hay otro que se mandó
poco después: «Aviso a toda la población: el simulacro de paz y amor ha
finalizado. Guarden los langostinos, insulten a cuñados y disuélvanse».
Lo debió escribir algún adulto que todavía no sabe nada del lenguaje de los SMS.