Ayer empezó la Feria Internacional de Juguetes
en Nueva York. Dicen los jugueteros que los niños prefieren comprar
iPods y video juegos, y que por eso han tenido que empezar a producir
juguetes del “alta tecnología” para tratar de remontar la caída de
ventas del año pasado.

El 75% de los juguetes que se presentan en la feria lleva dentro un
microchip.  Entre las estrellas de la feria figuran: un pony de
tamaño natural que responde al tacto, una muñeca Barbie que baila al
ritmo de su dueña, y un robot hecho con Lego que se puede
programar. 

Por fin ha salido una nueva edición de El Mago de Oz en DVD.
Es un exquisito especial con dos discos que incluye, entre otras cosas,
documentales de Cómo se hizo y el Impacto de la película, canciones,
programas de radio y promociones, … Son más de seis horas dedicadas a
este maravilloso clásico. Va enfundado en una caja donde se lee:
Presiona aquí. Si lo haces, verás cómo se ilumina la Ciudad Esmeralda  mientras suena un trozo de la canción: 

We’re off to see the Wizard

The Wonderful Wizard of Oz

Because, because, because, because, because


Because of the wonderful things he does

Por ahí lo venden a 15 y a 14 euros. Pero en el Media Markt está a 12.


Somewhere over the rainbow

When all the world is a hopeless jumble

And the raindrops tumble all around

Heaven opens a magic lane

When all the clouds darken up the skyway

There’s a rainbow highway to be found

Leading from your window pane

To a place behind the sun

Just a step beyond the rain


Somewhere over the rainbow way up high

There’s a land that I’ve heard of once in a lullaby

Somewhere over the rainbow skies are blue

And the dreams that you dare to dream

Really do come true


Some day I’ll wish upon a star

And wake up where the clouds are far behind me

Where troubles melt like lemon drops

Away above the chimney tops

That’s where you’ll find me


Somewhere over the rainbow blue birds fly

Birds fly over the rainbow

Why then, oh why can’t I?

If happy little bluebirds fly beyond the rainbow

Why oh why can’t I?

Este es George Bush, el actual presidente de Estados Unidos, durante su breve paso por la Harvard Business School, en 1975.

Hoy es el cumpleaños de Julio Verne (1828-1905). Fue el primer hijo
de una familia de abogados de Nantes. Su destino era estudiar también
leyes. Pero, en lugar de eso, se dedicó a hacer lo
que más le gustaba: escribir. Se pudo ganar bien la vida vendiendo sus
clásicos de
ciencia ficción y logró comprarse un gran yate con el que navegó por
toda Europa, cumpliendo los sueños de su infancia. Una de sus citas
famosas es: «La libertad es algo por lo que merece la pena pagar».

Fragmento de un ensayo de Julio Verne titulado «Recuerdos de mi infancia y juventud»:

¡El
mar…! ¡Ni mi hermano, que fue marino años después, ni yo lo
conocíamos todavía! En el verano, nuestra familia se establecía en un
campo no lejos de la costa del Loira, en medio de viñedos, praderas y
pantanos. Era propiedad de un viejo tío, antiguo armador. ¡Había ido a
Caracas, a Porto-Gabello! Lo llamábamos “Tío Prudente” y en recuerdo de
él llamé con ese nombre a uno de los personajes de Robur el
Conquistador. Caracas quedaba en América, esa América que ya me
fascinaba. Y entonces, al no poder navegar por mar, mí hermano y yo lo
hacíamos en pleno campo, a través de bosques y praderas. ¡Sin mástil
adonde treparnos, nos pasábamos los días en los árboles! Jugábamos a
ver quién hacía su refugio más alto. ¡Charlábamos, leíamos,
concertábamos proyectos de viaje, mientras las ramas, agitadas por la
brisa, daban la ilusión del cabeceo y los bandazos…! ¡Ah, los
deliciosos ocios!

He aquí una conversación entre Ana, su amiga Elsa (ambas de cuatro
años de edad) y yo. Ha sido hoy, paseando por el puerto, justo antes de comer.

Elsa: El otro día me hice sangre.

Yo: ¿Sí? ¿Dónde?

Elsa: Aquí. (Señala la rodilla izquierda)

Ana: Yo también me hice sangre en esta rodilla (señala la suya). Y salió espuma negra.

Yo: ¿Espuma negra?

Ana: (Titubea un poco) …. ¡Blanca! Espuma blanca.

Elsa: Era negra.

Ana: No, era blanca.

Elsa: Negra.

Ana: (Empezando a poner cara de pocos amigos) ¡Blanca!

Elsa: Negra.

Ana: ¡¡Era blanca!! Yo lo ví.

Yo: Era blanca, por el agua oxigenada. ¿Os vais a pelear por eso?

Elsa: No era negra, que ‘no’ era negra!

Yo: (Tratando de apaciguar) ¿Ves, Ana, lo que había dicho Elsa es que “no” era negra?

Elsa: No, yo había dicho que era negra.

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El día ha estado repleto de conversaciones y peleas por el
estilo. Al final, en la playa, después de darle de comer arena a las
olas (?) y de jugar al escondite con el mar (?), han estado jugando con
una botella de
plástico que llenaban y vaciaban de arena una y otra vez.

Cuando llegó
la hora de volver a casa, Elsa quería llevarse la botella pero Ana no
quería dársela. Ya estaban sin pilas y no había manera de hacerles
entrar en razón. Sólo se me ocurrió preguntarles: «¿Cuando
tengáis 70 años seguiréis siendo amigas?»

Elsa: Sí, dijo, con gran seguridad.

Yo: ¿Y qué haréis entonces? ¿Pelearos también?

Elsa: No.

Yo: ¿Entonces?

Elsa: Ana vendrá a mi casa y yo le daré una botella.

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¡Estoy agotada! Por cierto, creo que ya sé de dónde sacaban la inspiración los Hermanos Marx…

Salgo del letargo para aceptar gustosamente la invitación de Wonka para lo de la rueda de los cinco hábitos extraños. Este es el reglamento del juego: «El primer jugador de este juego
inicia su mensaje con el título “5 extraños hábitos tuyos”, y las
personas que son invitadas a escribir un mensaje en su respectivo blog
a propósito de sus extraños hábitos deben también indicar claramente
este reglamento. Al final, debéis escoger 5 nuevas personas a indicar y
añadir el link de su blog o diario web. No olvidéis dejar un comentario
en su blog o diario web diciendo “Has sido elegido” y decidles que lean
el vuestro.»

Lo difícil es saber diferenciar un hábito de un síntoma. Para el
obsesivo compulsivo ¿es un hábito lavarse las manos 200 veces al
día? 

Ahí van mis cinco:

1. Tengo el raro hábito de nadar contracorriente. Eso produce
momentos de esplendorosa alegría en mi vida y otros de gran
agotamiento. Entre otras cosas, este hábito me llevó a dejar un empleo
con buen sueldo, cierto reconocimiento social y contrato fijo por el hecho de que mi jefe y mis compañeros de trabajo eran
un atajo de hienas. La corriente dice que lo normal sería soportarlos toda la vida y pagar una hipoteca hasta los 65 años.

2. Siempre estornudo tres veces seguidas. Jamás lo he hecho sólo una vez.

3. Siempre pido ver fotos de la gente. Es una curiosa forma de conocerles más y mejor. Y tengo un gran interés por las fotos
de la infancia de todo el mundo. Me divierte tratar de encontrar
parecidos con sus hijos o algún gesto que todavía conservan de cuando
eran niños. También me gusta ver fotos antiguas de desconocidos e
imaginar quiénes eran y cómo fue su vida.

4. Veo como íntimo lo que para otras personas es motivo de fiesta
multitudinaria. Por ejemplo, ni los nacimientos ni las bodas me parecen
motivo de grandes celebraciones públicas. En cambio me gusta hacer una fiesta en un día en
el que no pasa absolutamente nada y celebrar cosas que, al parecer, sólo entienden y disfrutan los más pequeños.

5. Tengo muchas libretas donde apunto lo que tengo que
hacer (debido a mi mala memoria) o lo me gustaría hacer; o también lo que
me ha llamado la atención. Las suelo perder
y después las encuentro en sitios raros, con esas listas de “deberes”
incumplidos y con
frases y notas de todo tipo: «Una mujer en el metro dijo a otra:
“Leo un libro porque así no pienso en nada”»; «El romántico cerebro de
Víctor Hugo pesaba 2.250 gramos (casi un kilo más de lo normal),
mientras que el del premio nobel de literatura de 1921 Anatole France,
apenas pesaba un kilo»; «Desfibrilación. Es posible que después de
tantos años y de tantas palabras necesites que te encarrilen. Como
reformatear un disco duro.» (Doctor en Alaska); «Lo único que me
fastidia de morirme ahora es que estaba leyendo Moby Dick y me quedo
sin saber qué pasa al final.» (Zellig, W. Allen);  …

Y ahora tengo que invitar a cinco personas (con blog) para seguir la rueda. Sólo se me ocurren cuatro:

1. Arcadi Espada. Su
millonario blog es conocido por todos. También
fue profesor mí­o en la Pompeu Fabra. Otra cosa es que conteste a la
invitación. Recuerdo que gracias a él leí a grandes autores del
periodismo español. Pero también recuerdo que todo el mundo le temía
porque convirtió su asignatura en un hueso duro de roer. Un comentario
suyo: «Esto de la juventud está muy bien, pero yo de ustedes me la
quitaría de encima cuanto antes».

2. Javier Ortiz, un gran columnista del diario El Mundo y agradable persona.

3. Josu, de Malaprensa. He
visto que nadie le ha invitado todaví­a al juego, y he pensado que
quizás le agradaría un descanso entre tantas votaciones, estadísticas y
errores periodísticos.

4. Juyma, el portavoz de las ocurrencias del duendecillo.

Hoy es el día de tu cumpleaños 250º.

Telediario de hoy al medio día, en Tele 5: Hilario Pino dice que
bastan cinco minutos de Mozart para estimular a los niños; que hay 30
centros en España que lo utilizan para aumentar la inteligencia,
potenciar la memoria, …; que hay estudios que lo han demostrado; …
Y una psicopedagoga sale diciendo que les salen mejor las matemáticas y
que hacen mejor los puzzles después de escucharlo. O sea, hacen hincapié en lo del Efecto Mozart varios años después de que se haya visto que no es más que una leyenda científica.

¿Cómo pueden
decir mentiras de ese calibre en el telediario? ¿Tienen alguna comisión
con El Corte Inglés, que se forrará vendiendo CD de Mozart para bebés
después de ese telediario? ¡Qué sensación de impotencia! La única
declaración normal fue la de la maestra de Infantil, que se limitó a
decir que «a los niños les gusta mucho».  De ahí a hacer pensar a
la gente que sirve para hacer a sus hijos más listos, hay un abismo.

¿Alguien se ha fijado en los árboles de las ciudades? Cada vez les
dejan menos espacio en el que poder desarrollarse. O los plantan muy
juntos o demasiado cerca de una vivienda, como si nadie pensara en lo
que van a convertirse. Tampoco les dejan mucha tierra para que
extiendan sus raíces y el cuadrado alrededor de su base, donde empiezan
las baldosas, es cada vez más pequeño. Pero lo peor son las brigadas de
podadores armados con sierras mecánicas. No suelen tener mucha idea de
lo que hacen y una buena parte de ellos suele pensar que cuanto más se
corte y más lleno de ramas se lleve el camión de vuelta, mejor. Dejan
un paisaje desolador tras ellos con árboles deformados y mutilados.

La vida de los árboles de ciudad es muy parecida a la de los niños.

En Seattle, Estados Unidos, han creado la Amnistía de las Plantas (PlantAmnesty)
precisamente para evitar estos abusos y para informar al público de
cómo hay que hacer las cosas. Antes de podar o plantar un árbol, basta
leer un poco para saber cómo hay que hacerlo. Y, sobre todo, no hay que fiarse nunca de las costumbres locales
que suelen estar equivocadas y que pasan de generación a generación…
Un árbol es algo precioso y hay que aprender a respetarlo.

«Los médicos lo recomiendan por tu salud y la de los demás. No
escupas por todas partes.» Es lo que dice el cartel de arriba, que se
ve en las calles de Shangai. No estaría mal que aquí pusieran otros
avisos parecidos, pero sobre chicles y colillas. ¿Alguien se ha fijado
en el suelo de las avenidas más transitadas de las ciudades? Debe haber
unos 60 chicles pegados en el suelo por metro cuadrado. Y desde que no
dejan fumar en el trabajo, las entradas de las oficinas son como
ceniceros.

Desde que ha entado en vigor la nueva ley
anti-tabaco que prohíbe fumar en el trabajo, las ventas de Chupa Chups
han aumentado un 50%
en las dos primeras semanas de enero respecto al mismo periodo del año
anterior. Según un reciente estudio realizado por Ipsos Eco Consulting,
cinco de cada diez exfumadores opina
que Chupa Chups es una ayuda para dejar el tabaco.
«La acción de
chupar el caramelo ayuda a reducir el estrés de una persona adulta de
una forma similar a los efectos que producen los chupetes en los
bebés», dijo Tamara Pirojkova, del departamento de salud y
nutrición de Chupa Chups, a El Periódico.