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Número Ocho.   27.03.2006

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Opinión

Las caras de la violencia

Johan Eimeric


En una entrevista en TV3, Alec Reid, sacerdote irlandés inspirador del proceso de paz en Irlanda del Norte, comentaba acerca de la tregua de ETA: "En España no hay una cultura de diálogo. Y sin cultura de diálogo, no hay democracia. A partir de ahora, el principal problema ya no es ETA. El principal problema sería no saber dialogar" (transcripción Ferrán Monegal en El Periódico de Catalunya).


La posibilidad de introducir votos en una urna cada cierto tiempo no convierte automáticamente un país en democrático. Es la actitud hacia la política, hacia el gobierno, hacia las instituciones, y eso no puede cambiar de un día para otro. Sólo un grandioso esfuerzo en Educación puede acelerar los ritmos naturales, y eso es algo que no suele hacerse: siempre hay demasiada inercia en el sistema

Por ese motivo España, con sus 30 años de práctica, sigue considerándose una democracia joven. En una democracia más madura probablemente no hubiesen aparecido los antidisturbios como la semana pasada en Barcelona. Ante una reunión habitualmente pacífica, se estaba estudiando un dispositivo "similar al de fin de año", pero acabó en batalla campal. La culpa fue, cómo si no, de minorías bien organizadas de violentos. El alcalde, Joan Clos, mencionó "extranjeros", "alcohol y drogas" y "okupas".

Se va a prohibir beber en la calle, con multas astronómicas, especialmente en la medida del dinero juvenil, una solución paradójica en un país de clima templado y experto en ferias y merenderos. Desafortunadamente, no se pueden ofrecer locales públicos para que esas reuniones juveniles no molesten a los vecinos: están todos ocupados por jubilados, un grupo más tranquilo y más votante.

El derecho a la diversión permite gastar 600.000 euros en una falla valenciana, pero el botellón y los litros son odiosos y despreciables. Y precisamente son el odio y el desprecio unas de las causas de la violencia, como se ha visto en el País Vasco e Irlanda del Norte. Afortunadamente, no habrá cientos de muertos en este conflicto, pero seguramente se echará de menos el diálogo que convertiría a España en una democracia homologada en Europa.

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