Son plantas que se sueltan del suelo y van rodando y rodando, arrastradas por el viento, soltando las semillas allá por donde pasan. Son típicas de los eriales y de las películas del oeste.

Aquí hay un vídeo graciosísimo en el que a una niña le da un ataque de risa al verlas. Se encontraron miles a su paso.

Google le dedica un Doodle, y KINDSEIN le dedicó un número.

Un día como hoy, de 1916, nació Roald Dahl. Cuando murió, hace 20 años, un niño entró en una biblioteca y preguntó al bibliotecario: «¿Quién va a escribir los libros de Roald Dahl ahora que Roald Dahl se ha muerto?»

El bibliotecario era Philip Ardagh, que después se dedicó a escribir cuentos y que, curiosamente, ha llegado a ganar el Roald Dahl Funny Prize. Philip lleva una larguísima barba que no le habría gustado nada de nada a Roald Dahl. Odiaba las barbas, tal y como dejó bien claro en The Twits (Los cretinos).


¿Te gustaría trabajar desde casa, pero no dentro de casa? Los de Archipod proponen una especie de domo en el jardín. Te ahorras los atascos a la oficina y tanto tiempo perdido; separas el trabajo de la familia; reduces las facturas de calefacción; … Ahora sólo necesitas tener un jardín donde poder ponerlo…

Philippe Halsman fue uno de los fotógrafos más reconocidos de América. En los años 50, solía acabar todas sus sesiones pidiéndole a sus modelos ¡que saltaran! Eran personalidades de la época, y todas se prestaron al juego. Desde Richard Nixon hasta Aldous Huxley, Audrey Hepburn, Salvador Dalí, Grace Kelly, Brigitte Bardot o Benny Goodman, todos saltaron por los aires, en el mejor de los sentidos. De esa colección de imágenes singulares, salió el libro JUMP!

Hasta finales de mayo, hay una exposición en Nueva York.

¿Cuando te haces una foto al lado de Mickey Mouse, el hombre de dentro del disfraz está sonriendo?

«Mr. Salinger was a playful father who seemed easier in the magic world of childhood, his daughter said. Her imaginary friends were real to him, too, she said, as were the characters in his books. ”The world of fiction and reality were very blurred,” she wrote in her memoir.» The New York Times

Like many of you, I went to elementary school, high school and college. I took such and such classes, earned such and such grades, and amassed such and such degrees.
But on the night of Feb. 2, 1975, I turned on WMMR in Philadelphia and became mesmerized by a concert the radio station was broadcasting. The concert was by a group I’d never heard of — Bruce Springsteen and the E Street Band. Thus began a part of my second education.
We don’t usually think of this second education. For reasons having to do with the peculiarities of our civilization, we pay a great deal of attention to our scholastic educations, which are formal and supervised, and we devote much less public thought to our emotional educations, which are unsupervised and haphazard. This is odd, since our emotional educations are much more important to our long-term happiness and the quality of our lives. (…)

Resto del artículo en The New York Times.