Psicología
Abren una clínica en Amsterdam para adictos a los videojuegos
La historia suele empezar con una consola de videojuegos que regalan los padres para que el niño no vea tanto la televisión. Pero puede acabar en la clínica que abrirán el mes que viene en Amsterdam, un centro de desintoxicación para adictos al joystick. «Tenemos niños que no saben lo que es comunicarse con la gente cara a cara porque se han pasado los últimos tres años hablando con alguien en Corea a través de su ordenador», dice Keith Bakker, director del centro. «Su red social ha desaparecido por completo».
Keith ya ha tratado a 20 adictos de entre 13 y 30 años desde el pasado
mes de febrero, aunque asegura haber visto signos de adicción en niños
de ocho. Dice que puede ser tan grave como la adicción a las drogas o
al juego, y que algunos de sus pacientes muestran síndrome de abstinencia,
con temblores y sudoración, cuando miran a un ordenador.
La clínica se llama Smith & Jones Addiction Consultants y el
programa de desintoxicación comienza en julio. Dura entre cuatro y ocho
semanas e incluye charlas con terapeutas y esfuerzos para que los
pacientes se interesen en actividades alternativas.
Según Keith, los adictos a los videojuegos, como ocurre con otros
tipos de adicción, tratan de escapar de sus problemas personales.
Cuando juegan, sus cerebros producen endorfinas, que les dan un
estímulo similar al que experimentan los jugadores o los drogadictos. De
hecho, se comportan como ellos en muchos aspectos. «Muchos niños creen
que cuando se sientan, van a jugar dos veces y después se irán a hacer
sus deberes», dice. La diferencia entre unos y otros, según Keith, es
que los adictos a los videojuegos suelen obtener su primer juego como un
regalo de sus padres.
Los padres deberían estar atentos a si un niño deja de hacer las
actividades normales, si se pasa varias horas al día con el ordenador o
si no tiene vida social. Según Keith, los padres de los adictos al
vídeojuego hablan como las parejas de los cocainómanos: «Sabía que
estaba pasando algo raro, pero no sabía lo que era».
|