Ayer se anunció que el americano Roger D. Kornberg (en la foto, con uno de sus tres hijos) ha ganado el Nobel de química. Ha seguido así los pasos de su padre, Arthur, que obtuvo el prestigioso premio en 1959, compartido con Severo Ochoa.
Roger se acuerda muy bien de aquel viaje que hicieron para acompañar a su padre a Suecia. Tenía entonces nueve años. Se le ve en la foto de abajo, a la izquierda, con su familia. A la derecha: Kenneth, Sylvy, Arthur y Thomas.
O en esta otra, a su llegada a Suecia en un avión de las líneas aéreas escandinavas.
«Siempre he sido un admirador de su trabajo y del de otros que me han precedido. Les veo como verdaderos gigantes de los últimos 50 años. Es fuerte encontrarme ahora entre ellos», dice Roger, que es profesor de medicina en la Standford University.
El logro de Roger fue describir detalladamente la transcripción genética, un proceso fudamental de la vida. Mostró cómo las células utilizan la información del DNA para “montar” las proteínas, algo que podría compararse al trabajo que realiza un obrero de la construcción cuando interpreta un plano para poder edificar.
En una rueda de prensa, confesó que, al principio, lo que más le interesaba era la literatura anglosajona, pero se fue acercando cada vez más a la investigación. Arthur, su padre, que estaba en la rueda de prensa, dijo que se llevaba a sus tres hijos al laboratorio. Y una Navidad, cuando le preguntó a Roger qué quería de regalo, dijo: «Una semana en el laboratorio.»
Roger cree que sus tres hijos no sentirán la presión del éxito de su padre y abuelo: «Son unos buenos chicos y harán lo que quieran hacer. Tienen una mente muy independiente».
Los Kornberg son los sextos padre e hijo que ganan el Nobel. También hubo un padre e hija, y una madre e hija.
Padre e hijo:
JJ Thompson, física, 1906
George Paget Thompson, física, 1937
William y Lawrence Bragg, física, 1915
Niels Bohr, física, 1922
Aage N Bohr, física, 1975
Manne Siegbahn, física, 1924
Kai M Siegbahn, física, 1981
Hans von Euler-Chelpin, química, 1929
Ulf von Euler, medicina/fisiología, 1970
Arthur Kornberg, medicina/fisiología, 1959
Roger Kornberg, química, 2006
Familia Curie:
Pierre y Marie Curie, física, 1903
Marie Curie, química, 1911
Irène Joliot-Curie y Frédéric Joliot, física, 1935
El premio consiste ahora en 10 millones de coronas (1,1 millones de euros), una medalla y un diploma que entregará el rey Carl XVI Gustaf el próximo 10 de diciembre en Estocolmo.
El lunes empieza la entrega de los premios Nobel de este año. Detrás del evento, está Alfred Nobel, el inventor de la dinamita, un invento accidental, como tantos otros.
Nobel nació en Suecia el 21 de octubre de 1833. Cuando era niño, recibió la mejor educación privada, igual que sus hermanos. Y a los 17 años, hablaba con fluidez sueco, ruso, francés, inglés y alemán. Su padre era ingeniero y le consideraba demasiado introvertido e interesado por la poesía.
Nobel solía estar enfermo con frecuencia. Sufría migrañas y profundas depresiones ocasionales. Se reconocía a sí mismo como un misántropo y en cierta ocasión llegó a decir de sí mismo: “Alfred Nobel —una lamentable media vida que debería de haber sido extinguida por algún médico compasivo cuando el niño salía al mundo».
Nobel creó empresas e hizo negocios por todo el mundo. Vivió en muchos países y nunca estableció una residencia legal. Era conocido como el “vagabundo más rico de Europa”. Tampoco llegó a casarse. Y su inmensa fortuna pasó, a su muerte en 1896, a la creación de los cinco prestigiosos premios anuales que hacen honor al ingenio.
Se premian los descubrimientos, no la trayectoria científica o literaria de los ganadores. En una entrevista para The New York Times, el doctor Michael S. Brown, uno de los laureados —de la University of Texas Southwestern Medical Center, de Dallas—, aseguraba con humor que, de hecho, la mayoría de los ganadores no son genios: «Si realmente quiere saber cómo son los ganadores, tendría que ir al desayuno para ver a todas esas brillantes personas deambulando al azar por la sala tratando de encontrar los huevos revueltos. Es cualquier cosa menos un grupo de gente brillante».
—Alfred Nobel and the Prize That Almost Didn’t Happen, de Lawrence Altman (The New York Times, martes 26 septiembre). Hay que registrarse.
—Web de los Premios Nobel.
El vestido de la novia está hecho con papel de váter. Aquí hay más modelos.
Zhang Xinyan es un hombre de 35 años que fue hace poco al zoo de Pekín con sus dos hijos. Después de tomarse unas cuantas cervezas, le entraron unas irrefrenables ganas de saltar una valla para abrazar a Gu Gu, un oso panda de seis años que dormía plácidamente en su recinto. Gu Gu le mordió en una pierna. Zhang se enfadó y le dió una patada. Gu Gu le dio un mordisco en la otra pierna. Y Zhang mordió la espalda del oso. Después dijo que tenía «la piel muy gruesa».
Afortunadamente, los guardas llegaron a tiempo para separarlos y ambos están sanos y salvos. A Zhang se lo llevaron al hospital. Declaró que había visto a los osos panda en la tele y que parecían llevarse bien con la gente. «Nadie dijo que morderían a las personas. Yo sólo quería tocarlo», dijo Zhang.
En China quedan unos 3.000 osos pandas viviendo en libertad. Y hay 180 en cautividad.
Batuka es algo que se sacaron de la manga Kike Santander (en la foto, con su hijo) y Vale Music. Ha sido la plaga de este año. En el web de Batuka, dicen que es una “nueva y divertida forma de hacer ejercicio” y que “es beneficioso para el cuerpo y la mente”. También dicen que es un “nuevo estilo de vida”.
Batuka Junior es la versión infantil, “adaptada para niños”, según anuncian en el web de Vale Music. ¿Alguien ha oído la canción “Qué fuerte”, de Batuka Junior?
Es un mensaje para las madres. Lo han estado lanzando por Tele5 cada dos por tres, cantado y bailado por una chica que aparenta unos 14 ó 15 años y que ha hecho renunciar a más de uno a la idea de tener hijos en el futuro.
Ahí va “el nuevo estilo de vida” que quiere imponer el millonario Kike Santander (¿transcrito por sus seguidoras?):
ke fuerte….(5 veces)
dejame en paz k asi no voi a cantar si me tiras de la lengua no voi a parar d habla no me comas la cabeza con tus kuentos y manias y a mi edad no estoi pa historia ni pa tant tonteria
ke fuerte…(5 veces)
tengo edad d salir de marxarme a diverti de bailar con mis amigos y al ratito seducir ya se lo ke ai k hacer y tengo k obedecer se k si no te hago kaso un castigo va a kaer pero tu pa empeza buen ejamplo me as de dar y si kieres k me calles vas a dejar de fumar no me des mas la paliza con k vivo muy deprisa k ahora kiero difrutar y mañana dios dira
ke fuerte …ke fuerte …lo k tengo k aguantar..ke fuerte…ke fuerte..me dan ganas de llorar… ke fuerte… (5 veces)
piensa y veras kuando tenias tu mi edad y tus padres te decian ya no vas a salir mas si mi escote enseña muxo y mi falda muxo mas kuando sea una ancianita todo esto acabara ke fuerte
ai mama no montes un drama vete tu ala cama y ya avlaremos mañana ai mama no montes un drama tengo la cabeza como una campana ke fuerte
ke fuerte …ke fuerte …lo ke tengo k aguantar…ke fuerte…ke fuerte …me dan ganas de llorar… ke fuerte …(6 veces) lo k tengo k aguantar…ke fuerte …ke fuerte …me dan ganas de llorar …ke fuerte
Nos mudamos. A partir de ahora, estaremos en:
El otro día desayuné en un bar cerca de la escuela. Había un grupo de cinco o seis adolescentes que se habían saltado las clases y allí estaban, a escasos 500 metros del colegio, sentados alrededor de una mesa sin consumir nada (y, probablemente, sin dinero para hacerlo).
Con el colegio de fondo, hablaban animadamente de las técnicas que empleaba cada uno de ellos para falsificar la firma de sus padres en los avisos de faltas de asistencia. Me pregunté —como si no lo imaginara— qué tipo de profesor debían tener para no mostrar ningún interés en ir a escucharle. Y me acordé de un par de escenas de la genial película “Todo en un día” (Ferris Bueller’s Day Off, 1986):
1ª. Cuando Ferris explica cómo engañar a los padres para que se crean una falsa enfermedad. (Por lo menos, Ferris mostraba ingenio y su día libre mereció la pena.)
2ª. En clase, sus compañeros, sufriendo a aquel aburrido profesor de economía…
…y esos expresivos primeros planos de los alumnos.
Si alguien no ha visto todavía el film, es recomendable que lo haga cuanto antes. Se considera una de las mejores películas de todos los tiempos sobre el mundo adolescente.
Después, podrá participar en el debate de cómo sería una secuela —si se hiciera— de la famosa película ahora que se cumplen 20 años de su estreno.
Muchos de sus seguidores se preguntan qué habría sido de Ferris. Ahora tendría 48 años. ¿Cómo sería su vida? ¿Cómo sería él? ¿En qué se habría convertido? ¿Seguiría siendo rebelde en su corazón? ¿O sería un abogado de Beverly Hills? Hay opiniones para todos los gustos.
¿A qué niño no le gusta hacerlo? A algunos adultos les sigue divirtiendo. Por eso, un tipo llamado Chris ha creado un blog que recopila fotos de gente saltando sobre camas de los hoteles. Mándale tus fotos y te lo agradecerá. Está en Bedjumping.
Este verano ha sido especial. Uno de los motivos es que Ana ha aprendido a leer y lo ha hecho casi espontáneamente, sin que nadie se lo imponga ni le obliguen a repetir cómo suena la N con la O. En julio, un buen día, dijo “quiero que me enseñes a leer” y al día siguiente ya iba leyendo cosas por ahí, cada vez más deprisa. Desde enconces, ¡su mundo está lleno de mensajes para descifrar!
Uno de los mejores libros para primeros lectores que hemos encontrado en la biblioteca esta semana es este: ¡Quiero una corona!, de Raimon Portell e Ignasi Blanch (Ed. La Galera, 2005). Recibió el premio de la crítica Serra D’Or este año.
Trata de una niña llamada Julia que vio al rey un día, cuando tenía tres años, y desde entonces sólo pensaba en ser reina. Pedía una corona para su cumpleaños, pero sus padres no le hacían mucho caso porque pensaban que eran “cosas de niños”.
Después de insistir mucho, se la regalaron cuando cumplió cinco años y se fue a palacio, donde se encontró a un rey de su misma edad que no sabía lo que era ser niño. Juntos aprenden a divertirse de lo lindo.
Es difícil encontrar cuentos para niños pequeños con algo de fondo. Este es uno de ellos.