Noviembre de 2007, nº 25

En el prefacio de "El Principito" dice: "Todos los adultos fueron niños alguna vez, pero pocos lo recuerdan". Y los padres de Vitus no son una excepción.

Vitus parece un niño de otro planeta: tiene el oído de un murciélago y toca el piano como un virtuoso. Sus padres quieren hacer de él un famoso pianista y le presionan para que vaya a clases de piano a lo largo de toda la semana. Ellos creen que es lo mejor para él, y no parecen prestar mucha atención a lo que Vitus realmente quiere hacer.

A Vitus le gusta más jugar con su excéntrico abuelo (el genial Bruno Ganz). Su mayor sueño es volar, y también tener una infancia normal. Un día se cae por la ventana y se golpea la cabeza, y el médico le dice a la familia que su coeficiente intelectual ha caído hasta ser como el de una persona normal.

La situación económica de la familia empeora, pero Vitus ha reservado toda su energía para salvarlos de la ruina y labrarse un porvenir como artista.

El director de Vitus (Vitus, 2006), el suizo Fredi M. Murer, obtuvo gran éxito con su film Alpine Fire (Höhenfeuer, 1985), una película sobre dos niños que viven con sus padres en los Alpes suizos. Ahora retoma el tema de la infancia en este trabajo que estuvo preparando minuciosamente durante seis años. Dicen que había hasta 20 versiones del guión.

Murer aprovecha para denunciar el que algunos padres proyecten sus frustraciones en sus hijos, obligándoles a seguir un camino sin darles la oportunidad de potenciar sus propios intereses.