13.02.2006

Roger Waters

«Mi madre no me escuchaba»

En 1978, Roger Waters (1943), el genio de Pink Floyd, decidió sacar todas las fobias de su cabeza y convertirlas en una ópera-rock, The Wall. Hoy se considera una obra maestra de la música rock. En ella, habla de su infancia, de la escuela, de su madre, de las drogas, de su padre muerto en la guerra cuando él tenía meses, ...

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En The Wall, el sistema educativo aparece como un mecanismo diseñado para aplastar la creatividad de los niños, y la madre de Roger como un gigante absorbente y sobreprotector. Roger Waters hablaba así de su infancia en la revista Musician Magazine en mayo de 1992:

«Mataron a mi padre en la guerra cuando yo tenía unos meses, y yo crecí en Cambridge, Inglaterra, con mi madre, que es maestra de escuela. Ella no estimuló mi creatividad. Ella dice que no tiene oído musical, sea lo que sea lo que eso quiere decir, que no tiene ningún interés por la música, el arte o cosas así. A ella sólo le interesa la política.

No tuve una infancia feliz. Odiaba la escuela, en especial después de haber ido al instituto. Aparte de los juegos, que me encantaban, odiaba cada segundo. Puede que hacia el final, cuando era un adolescente, ir a la escuela fuese sólo una confrontación de "nosotros y ellos". Unos pocos amigos y yo formamos una camarilla bastante violenta y revolucionaria.

Estaba bien porque yo disfrutaba la violencia de destrozar la propiedad de la escuela. La mentalidad del instituto en aquella época estaba mucho más atrasada de lo que estaban las mentes de los jóvenes de los '50, y les costó mucho tiempo ponerse al día.

En cierta forma, los institutos se seguían dirigiendo como antes de la guerra, cuando tenías que hacer lo que te dijeran y mantener la boca cerrada, y nosotros no estábamos preparados para nada de eso.

Se provocó una violencia clandestina muy bien organizada contra la escuela, con bombas, aunque no hubo nunca ningún herido. Recuerdo una noche, sobre las 10, en la que habíamos decidido que un tipo —el que se encargaba de los jardines— necesitaba que le dieran una lección. Él tenía un árbol de manzanas Golden deliciosas que eran su orgullo y su placer, que protegía a toda costa.

Fuimos al huerto con escaleras y nos comimos todas y cada una de las manzanas del huerto sin arrancarlas del árbol. Así que a la mañana siguiente fue maravilloso. Estábamos muy cansados pero teníamos una sensación plena de éxito. »
(...)
«El estímulo para tocar la guitarra vino del director de mi primer año en la escuela de arquitectura en la Regent Street Polytechnic, en Londres. Me animó a que llevara la guitarra a la escuela. Si me apetecía sentarme en una esquina y tocar a ratos que estaban reservados a trabajo de diseño y arquitectura, a él le parecía bien.

Aquel fue mi primera sensación de aliento. Hasta entonces, había hecho uno o dos intentos de aprender a tocar la guitarra, cuando tenía alrededor de los 14 años, pero lo dejé porque era muy difícil. Me hice daño en el dedo, y lo encontraba muy duro. No podía con ello.

En la Politécnica, me uní a gente que tocaba en bandas, aunque no sabía tocar muy bien. Cantaba un poco y tocaba la armónica y la guitarra. Syd Barret [co-fundador de Pink Floyd con Waters] y yo siempre jurábamos que cuando llegásemos a la escuela de arte, lo que él haría inevitablemente porque era un pintor muy bueno, él y yo motaríamos un grupo en Londres. De hecho, yo ya estaba en una banda, así que él se unió»

Entrevista RTL 5 Netherlands, 2000.

Sobre su madre:
«Estaba muy preocupada porque yo me titulara en algo... Tenía unas ideas muy fijas de lo bueno y lo malo, y de lo que hay que hacer o no para llevar una vida feliz, supongo, y trataba de meternos a mi y a mi hermano en esos particulares railes que eran su concepto de la vida.»
«A mi madre le costaba escuchar, ese era el mayor problema que tuve en mi infancia. Lo descubrí recientemente, al fin. Llegué a un punto en mi vida en el que había encontrado una perspectiva desde la que podía mirar a esta mujer y verla tal y como es. Y tiene un montón de cualidades, pero no escucha

Sobre si su madre ha escuchado The Wall y sobre si han hablado de las referencias que se hacen en el álbum a la madre:
«No, nunca lo hemos hablado, y no estoy seguro de que ella quiera hacerlo porque si hablamos de ello, entonces tendrá que oír lo que yo tengo que decirle y no puede escuchar. Sería difícil para ella.

Ella actúa desde sus creencias y valores y ese tipo de cosas. Es difícil de describir. Es interesante, supongo, es sintomático de nuestra relación que nunca tengamos ninguna conversación de ese tipo.
Sobre su padre Eric Fletcher Waters —que murió durante la invasión británica en Anzio, Italia—, sobre The Final Cut (su último álbum, de 1983) —un réquiem a su padre—, y sobre toda la psicoterapia que ha recibido:

«Mi padre murió cuando yo tenía cinco meses, así que yo estaba mamando. Ahí estoy yo. Esta mujer está llorando la pérdida de su marido y yo estoy mamando su leche cada día. Y, como todos sabemos, los bebés siempre piensan que son responsables de todo porque los bebés se ven a sí mismos como el centro del universo. Así que yo pensaba, durante casi todo el tiempo, a cierto nivel subconsciente, que había matado a mi padre. Estaba casi seguro de que lo había hecho yo.

Durante toda mi vida, de forma periódica, he tenido pesadillas en las que mato a alguien y no sé a quién ni qué es lo que sucede, pero me van a pillar y se van a enterar.»

Un día, hace unos años, Waters fue al pueblo donde creció su padre, en Durham. Su abuela le había hablado mucho de aquel lugar, de la infancia de su padre. Habían vivido en la casa del médico, donde su abuela, que era viuda, trabajaba de ama de llaves.

Roger preguntó aquí y allá y encontró la casa, y también vió el nombre de su padre en el monumento conmemorativo de la guerra, y se enteró de que había un hombre de 90 años que era el más viejo del pueblo y que tenía cuatro años más que su padre. Roger fue a su casa y, aunque aquel anciano no recordaba a su padre, se sentó y tomó un té con él. «De hecho, yo hice el té», dijo Roger. «Fue una experiencia muy emotiva.» También vio el trayecto que su padre tenía que hacer cada día para llegar a la escuela: varios kilómetros caminando a través del páramo.

Desde ese día, Roger no ha vuelto a tener pesadillas.

Fragmento de la letra de Another Brick in the Wall
We don't need no education
We dont need no thought control
No dark sarcasm in the classroom
Teachers leave them kids alone
Hey! Teachers! Leave them kids alone!
All in all it's just another brick in the wall.
All in all you're just another brick in the wall.
[Otro ladrillo en el muro
No necesitamos educación
No necesitamos control de pensamiento
Ni sarcasmo oscuro en la clase
Profesores, dejad a los niños en paz
¡Hey! ¡Profesores! ¡Dejad a los niños en paz!
Al final es sólo otro ladrillo en el muro.
Al final sólo eres otro ladrillo en el muro.]




Más información:

Roger Waters (donde se vende su último trabajo, una ópera)

Fragmento de la entrevista para Musician Magazine, mayo 1992.

Entrevista para la RTL 5 NETHERLANDS, por Jan Douwe Kroeske.