Nº 34

Cine

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Viajes

Hans Christian Andersen: Amor al papel

por Myriam López Blanco

Hans Christian Andersen era demasiado alto para su época, 185 cm, casi un palmo más de la media en aquel entonces, y gastaba un 47 de zapato. Dicen que le gustaba mucho hablar, a veces demasiado, y que solía contar sus cuentos de viva voz mientras cortaba un papel. Al acabar el relato abría aquello que había estado recortando y desplegaba una historia silueteada que dejaba a todos pasmados. Una de esas siluetas (se conservan unas mil) es hoy el logo del Museo Hans Christian Andersen, en Odense (Dinamarca), su ciudad natal.

La casa donde pasó parte de su infancia también es un museo. En una época tuvieron que mendigar y vivir en la calle. Era hijo único. Su padre murió cuando él tenía once años, y él se dedico a leer todo lo que podía encontrar. Años después decidió su futuro: sería cantante de ópera. Pero le rechazaron en la escuela de Copenhague. Curiosamente, le aceptaron en la de danza.

Era un chaval raro, muchos le veían como a un lunático, pero consiguió hacer algunos buenos amigos. El Rey Federico VI se interesó por él y lo envió a una escuela donde, según el mismo Andersen, pasó los peores años de su vida. Y, a partir de ahí llegaron los viajes, las publicaciones de algunas de sus obras de teatro, poesía y novela, hasta que sus cuentos empezaron a tener más y más fama. Pero Andersen quería ser dramaturgo. No le daba ninguna importancia a sus cuentos de hadas, aunque nunca dejó de escribirlos y finalmente le dieron fama mundial.

Su escuela, la catedral donde hizo la comunión, los parques por los que paseó, .... toda la ciudad de Odense está llena de recuerdos de Andersen. Hay recorridos marcados por el suelo, placas en los bancos y esculturas por la calle que señalan algún hecho de su vida o recuerdan alguno de sus cuentos. Incluso las figuras de los semáforos son siluetas de Andersen con sombrero de copa. Odense es la tercera mayor ciudad de Dinarmarca, pero en realidad es pequeña y tranquila. Viven sobre todo del turismo.

Andersen nació el 2 de abril de 1805. Recibió en vida muchos honores. Y hoy la Literatura Infantil mundial le rinde homenaje al celebrar el Día Internacional del Libro Infantil en el día de su cumpleaños. El premio más prestigioso de literatura infantil también lleva su nombre.

El moderno museo de Andersen en Odense atesora todo su legado, que es inmenso. Era un hombre meticuloso y lo guardaba todo. El visitante encuentra allí desde el primer monedero que usó de niño hasta su dentadura. Todo está detalladamente documentado y comentado: fotos, cartas, recuerdos, viajes,.... hasta su biombo.

El biombo es una de las cosas más sorprendentes del museo. Durante el invierno de 1873-74, tuvo que permanecer en cama por una enfermedad. Colocó un biombo delante de su cama y se dedicó a recortar y pegar en él imágenes que tenían alguna relación con su vida, por etapas. El resultado es un impresionante y bellísimo collage.

En una carta a Mimi Holstein en marzo de 1874, escribió: «No he tenido ganas de escribir; mi única ocupación ha sido hacer un biombo... He tratado de incluir la idea poética de una representación histórica en cada sección y cualquiera diría que el efecto es el de un cuento de hadas grande y variado. Aunque debería haber plasmado ese cuento en el papel con tinta y pluma, en lugar de simplemente cortar las imágenes y yuxtaponerlas para contentar a mi pensamiento».

En la primavera de 1872, Andersen se cayó de la cama y se hirió gravemente. Nunca llegó a recuperarse del todo. Poco antes de morir en Copenhague, unos años después del accidente, habló con un compositor sobre la música para su funeral: «La mayor parte de la gente que caminará detrás de mí serán niños, así que haz que el ritmo sea corto, como lo son sus pasos».


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