7.04.2009

Experimento

Con una sonda hecha en clase

Los alumnos de un instituto de la Bisbal, Girona, han lanzado una sonda metereológica fabricada por ellos mismos. Los resultados han sido espectaculares.

El proyecto se llama Meteotek08, y empezó durante febrero del curso 07/08 por alumnos del Taller de Tecnología en el IES Bisbal, un instituto del Baix Empordà (Girona). Durante los primeros meses, se empezaron a crear los primeros prototipos y a aplicar las primeras ideas, hasta que el curso acabó en junio. Aún así, el trabajo continuó durante todo el verano, cuando se dejó el proyecto casi terminado.

Los chavales tienen pasión por la electrónica e informática, por la metereología y el espacio, así que pensaron en un proyecto que relacionara las cuatro disciplinas: montar una sonda metereológica, objeto capaz de llegar a altitudes de más de 30.000 metros cuadrados, hacer un registro de las condiciones atmosféricas y, de paso, tomar fotografías.

En verano tenían todo preparado: la caja, los sensores, los componentes electrónicos y el software. Se hicieron las primeras pruebas en tierra, y el Servicio Metereológico de Cataluña les ayudó un poco, invitándoles a uno de sus lanzamientos y dejándoles globos para el proyecto.

Finalmente, llegó el día más esperado: el lanzamiento. Fue el 28 de febrero de 2009. La población escogida fue Bujaraloz, en los Monegros, lejos del mar y poco habitada. La sonda se propulsó con un globo de látex especial inflado con helio y atado a la caja aislante de la sonda, con baterías internas.

A las 9:10 de la mañana se lanzó y se hizo el seguimiento desde un coche. Utilizaron un simulador de la Universidad de Wyoming para predecir la trayectoria del globo. En tiempo real, fueron monitorizando la posición, altitud, condiciones atmosféricas, etc. por medio de la radio. Hubo un pequeño susto porque las baterías de sus portátiles se terminaron y tuvieron que llamar a la puerta de una de las casas más cercanas para conectarlos.

A 30.677 metros de altitud, el globo explotó. Tras dos horas y diez minutos, la sonda aterrizó a 38 kilómetros de su punto de origen. Cuando llegaron, todo estaba casi intacto. La sorpresa más grande fueron las fotografías. Habían instalado una cámara de unos 80 euros que había captado impresionantes fotografías de la Tierra. La alegría que experimentó el grupo fue mayúscula. Desde aquí, ¡felicidades!