A nuestro amigo de Nueva Caledonia
le robaron hace unos días al llegar a Madrid. Fue en el mismo
aparcamiento de una conocida empresa de alquiler de vehículos. Lo 
más triste, si cabe, es que le robó una mujer embarazada que se hizo la
desvalida. Mientras nuestro amigo trataba de ayudarla, dos compinches
de la futura madre le desplumaron sin que se diese ni cuenta. Se quedó
sin pasaporte, sin dinero, sin ropa, … sin nada. Cuando llegó aquella
misma mañana a la Embajada de su país —después de haberse pasado tres
horas sentado en una comisaría en la que no le hicieron el menor caso—
uno de los funcionarios le dijo que era el quinto en llegar por el
mismo motivo.

A mis padres les robaron ayer. Forzaron la ventana de su casa de
campo y empujaron la nevera hacia la reja. De ella sacaron todas las
viandas que pudieron, y se las comieron. Poco
después, al vecino de al lado de mi madre le reventaron el contador de
agua. Debían ser los mismos, que tenían sed. Esta nueva modalidad de
ladrones que sólo buscan comida es nueva por aquí. Y da que pensar.
Esas dos casas están en la montaña, separadas por un kilómetro de
monte.

Y, mientras, los anuncios que más se ven en la tele son esos de “Yo ya no tengo miedo porque tengo Securitas Direct”…

Bonito verano.

Bbaale County MP Sulaiman Madada, un miembro del  parlamento de
Uganda, ha prometido recompensar a las chicas por su castidad: se les
pagará las cuotas de la Universidad si salen vírgenes del colegio. No
ha dicho nada de los chicos. Este hombre dice que quiere que las
jóvenes se conciencien de la amenaza del sida y otras enfermedades de
transmisión sexual. «Nuestros hijos deberían ser informados de los
riesgos a los que se enfrentan si practican sexo a edades tempranas y
sin protección», dijo Madada.

La campaña de educación sobre sida del gobierno de Uganda ha logrado
bajar las tasas de infección en algunas zonas de ese país del 30% al
6%. Según los investigadores, Kayunga, una población de 300.000
habitantes en el centro de Uganda, es la que tiene peores tasas de
infección: más del 80% de las familias ha perdido a algún miembro por
causa del sida. Y las chicas que quieran beneficiarse de la
nueva iniciativa han de pertenecer a este distrito. / CNN

Las escuelas religiosas pakistanís están siendo de nuevo el punto de
mira después de los atentados de Londres del 7-J y después de que
líderes occidentales afirmaran que son un caldo de cultivo de
extremistas violentos, según dice la CNN. Las sospechas se agudizaron cuando se descubrió que Shahzad Tanweer, un
joven de 22 años de origen pakistaní que hizo explotar una de las
bombas en un tren londinense, había frecuentado varias madrassas.
Los profesores de estos centros religiosos y los representantes
islámicos que han condenado el atentado aseguran que no hay ninguna
relación entre las escuelas y el terrorismo. Tratan de defenderse
diciendo que están siendo el blanco de un ataque injusto contra el
Islam y que el Islam se opone firmemente al terrorismo.

En las madrassas, los alumnos leen y estudian El Corán. Son escuelas
gratuitas, y los padres que no pueden pagar las cuotas de la enseñanza
pública pakistaní suelen enviar a estos centros a sus hijos a los cinco
o seis años para que aprendan algo. Hoy existen unas 8.000 en Pakistán. Según el diario pakistaní Dawn,
la mayoría se mantiene localmente, a nivel del barrio, pero hay otras
que reciben fondos a través de «canales clandestinos», algo que el
gobierno está tratando de atajar.

El Periódico de Catalunya
publica hoy un curioso artículo basado en las opiniones de los niños
sobre el polémico vaciado de la piscina de El
Gripau Blau, un casal de Badalona, por la sequía. Aquí hay unos fragmentos: «David, un ocurrente muchacho de 7 años,
opina así: “Como no llueve, no se pueden llenar las piscinas”. Entonces
interviene Aitor, de 8 años: “Pero en otros sitios hay piscinas y no
las cierran”. Y Rubén, también de 8 años, tercia: “Seguro que los
políticos del ayuntamiento viven en chalets con piscinas y no las han
cerrado”.» Qué gran razón tiene el tal Rubén.

«Para no perderse en un mar de opiniones, el periodista pregunta a
los niños si saben quién ha tomado la medida de cerrarles la piscina.
Cristina, de 8 años, lo tiene claro: “Ha sido la Raquel esa”, dice
refiriéndose a la concejala de Juventud, Raquel López. ¿Sabe Cristina
quién es realmente esa Raquel de la que habla o qué cargo ocupa? “Mi
padre me ha dicho que es una socialista”, zanja la niña.

Desiré, de 10 años, apunta al ayuntamiento. “Son unos señores y
señoras que mandan un poco en la ciudad. Otro poco manda la alcaldesa y
después también mandan los Reyes de España”. El disgusto infantil
alcanza a la alcaldesa de Badalona, Maite Arqué. “Ésa es la que manda
de verdad, la jefa de Badalona”, señala Josua, de 11 años.

Apesadumbrado por el cierre de la piscina, Adrián, de 11 años, dice:
“Nos quedan cinco días de casal y podían habérnosla dejado hasta el
final”. Josua, conciliador, ofrece: “Y si hace falta le damos dos besos
a la alcaldesa. Yo ya lo hice una vez hace muchos años”. Y David hace
una nueva aportación: “Un casal sin piscina es como un parque de
atracciones sin luces”.

“Hace mucho calor y necesitamos agua para refrescarnos. Si nos
quitan la piscina por lo menos podrían dejarnos duchar con las
mangueras. Podemos coger una insolación de sol”, redunda Cristian, de
11 años.»

Y a continuación, unas cuantas opiniones sobre lo que significa la
sequía: «”Lo hemos visto por la tele”, dicen todos al unísono. Sin
embargo, no todos tienen claro cómo puede combatirse. Omayma, de 8
años, hace su propuesta: “Si no hay agua suficiente, podríamos
ducharnos con el agua de garrafa”. Pero al ser preguntada por el coste
de su idea, recapacita: “No sé si sería muy caro”.

Lo que sí tienen claro todos es que han sido agraviados. “Si hay
sequía, deberían cerrar todas las piscinas, las de los chalets y las
municipales”, dice Josua. “Eso, que las cierren todas y nos vamos a
bañar a la playa. O todos moros o todos cristianos”, aporta Adrián, y
añade: “No somos egoístas. Si los niños de otros esplais no tienen
piscina, hacemos turnos y pueden venir a bañarse a la nuestra”. David
remata la encuesta: “¿Y la cerveza no la prohíben? Vi en la tele que la
hacen con agua”.»

Ha llegado a este lugar remoto del planeta donde vivimos, por puro
azar, una pareja que vive en ese otro lugar remoto del mundo que
aparece en el mapa de arriba: Nueva Caledonia,
un grupo de islas en el sureste del Pacífico, cerca de Australia y
Nueva Zelanda, que son territorio francés desde 1853. Fue colonia penal
durante unos años (allí enviaban a los comuneros) y después ha vivido
sus más y sus menos. Casualmente, son una pareja de franceses jubilados
que han dedicado toda la vida a la educación de los niños y no tan
niños. Ella era directora de una escuela superior y él ha ejercido
siempre de profesor y, últimamente, de director pedagógico de un
instituto universitario de formación de maestros del Pacífico.

Mientras tomábamos un café, él nos contó algo de la vida allí y de
cómo
muchos franceses se hicieron multimillonarios hace unas décadas con las
minas de níquel (tienen más del 20% de los recursos mundiales conocidos
de níquel). «Conozco maestros que dejaron su oficio y se dedicaron a la
extracción del níquel, y construyeron palacios con piscinas que
llenaban hasta arriba de champán», contaba. Mientras, los indígenas
(kanak) contemplaban el enriquecimiento de los franceses sin obtener ni
un sólo beneficio para ellos. En algunos folletos
turísticos se habla de la convivencia ejemplar entre las distintas
culturas que comparten terreno en Nueva Caledonia, pero la realidad es
algo distinta. Hay tensiones. Y la historia es
bastante triste, porque los europeos no trataron con el merecido
respeto a los que ya estaban allí. Más bien, fue todo lo
contrario. 

Y todo eso afecta también a la educación. En 1980 se alzó
un movimiento independentista kanak. Los
nacionalistas pusieron en el punto de mira a la educación colonialista
que se convirtió en el símbolo del imperialismo francés. Los niños
kanak hablaban cada vez peor su lengua materna y solían hablar en
francés entre ellos. También se vió, de paso, que el uso del francés no mejoraba ni perjudicaba sus logros académicos.

El panorama ha cambiado mucho en los últimos años. En 1998 se
reunieron el primer ministro de Francia, Lionel Jospin, y los
representantes de los dos movimientos políticos principales de Nueva
Caledonia: uno de ellos apoya la presencia francesa y la administración
y el otro lucha por la independencia. El objetivo era conseguir un
documento para cambiar el estado de Territorio de Nueva Caledonia.
Querían pasar de ser un Territorio francés de ultramar a ser un
territorio autónomo con un nuevo concepto de soberanía compartida con
Francia. Era la primera vez que se conseguía algo así en la historia
legal y constitucional francesa.

Se llamó Acuerdo de Nouméa (Accord de Nouméa), en el cual se
decidió, entre otras cosas, que: “Les langues kanakes sont, avec le
français, des langues
d’enseignement et de culture en Nouvelle-Calédonie. Leur place dans
l’enseignement et les médias doit donc être accrue et faire l’objet
d’une réflexion approfondie”. (Las lenguas kanakes son, con el francés,
lenguas de enseñanza y cultura en Nueva Caledonia. Su lugar en la
enseñanza y los medios de comunicación debe pues aumentarse y ser
objeto de una reflexión profunda).

Se han ido multiplicando las escuelas populares
Kanak y en muchos centros se enseña en kanak. Significó un gesto de
respeto hacia la lengua materna de los niños. No obstante, el
bilingüismo en la escuela no es un tema en el que todos estén de acuerdo. Unos
creen que es un importante logro mientras que otros opinan que es
un problema. Nuestro nuevo amigo nos contaba que los pocos indígenas
que llegan a la Universidad se encontrarán con que las clases se
imparten sólo en francés y eso  hará que abandonen su carrera.

Por lo menos, allí el gobierno ha aprendido a respetar la lengua materna
de los niños. Por lo menos, tienen la opción de elegir en qué idioma
quieren estudiar, en el minoritario o en el otro. En España, no tenemos
tanta suerte.

«Llevo 30 años en Europa y a veces, dando un paseo, escucho el ruido
de una bofetada que le da un padre a su hijo. Nadie protesta. La gente
cree que puede hacer lo que quiera con los niños. Una sociedad en la
que hay más movilización que nunca por los derechos de los animales y
se continúa pegando a los niños tiene un problema.» Esto es parte de
una entrevista al brasileño Sergio Pinheiro, un hombre de 61 años (en
la foto) al que la ONU ha encargado un estudio sobre la violencia
infantil en el mundo. Se puede leer en El País.
El informe empezó a elaborarse en el año 2003 y se presentará en 2006.
Pinheiro coordina el trabajo, en el que participan la Unicef, el Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
y la
Organización Mundial de la Salud (OMS).

De los datos recopilados hasta ahora, «la primera sorpresa es que
los países no están negando que tienen problemas de violencia contra
los niños. Generalmente tratan de disfrazarla.», dice Pinheiro. «Otro
de los hallazgos es que en Europa y en los países occidentales
continúan las prácticas típicas de países del Sur, como el castigo
corporal. Por ejemplo, en Europa, el riesgo de homicidio es tres veces
mayor en bebés de uno a cuatro años que en niños mayores.»

Pinheiro cree que este estudio servirá para proponer una prohibición
universal del castigo corporal. En España, no hay ninguna ley que
prohíba explícitamente pegar a los niños. Sólo hay una que prohíbe la violencia habitual, según comentó Nicolau en este blog. En Suecia, al contrario,
existe una desde 1979. Fue el primer país europeo que la creó, y, según
Pinheiro, ha dado resultados magníficos.

Ferreres, en El Periódico de Cataluña

Y aquí va el final de una loa publicada hoy en El Periódico de Cataluña: «La
educación está en un punto cero y hoy es casi imposible realizar,
mediante ella, la antigua y acreditada idea ilustrada de la
escolarización como vía real a la cultura individual y a esa gran
escuela de ordenamiento cívico que es la democracia. Muchos ciudadanos,
ante este panorama (que aquí hemos simplificado) piden mano dura, se
manifiestan incluso bajo palio y exigen la vuelta a los valores
inmutables, a la trama de la escuela tradicional, cuya simplista
sentencia central era: la letra con sangre entra.

¿Es posible hacer en tal clima social ciudadanos ilustrados y
responsables? Yo no lo creería si no fuera porque esos miles de
enseñantes que, aguantando el calorazo de este julio, reflexionan ya
sobre los deberes de septiembre.»

Así termina un artículo dedicado por entero a aplaudir y vitorear el manifiesto Per una nova educació pública elaborado por la Asociación de maestros Rosa Sensat.
Se pueden hacer varias cosas con esta declaración, dos de ellas son: leer cada linea y
lanzar confeti en cada punto y aparte, como han hecho en El Periódico;
o bien, analizarlo con detalle desde un punto de vista más crítico y ver que no todo
lo que dice tiene sentido (como tampoco lo tiene lo que dice El
Periódico, dicho sea de paso). El análisis crítico lo hizo ayer Wonka en su blog.

Esta asociación se creó hace 40 años en la clandestinidad y hace 30
sus afiliados redactaron una declaración parecida a la que se presentó el pasado jueves. Deben considerarla muy
importante porque al acto acudieron la ministra de
Educación y Ciencia, María Jesús San Segundo; el presidente de la
Generalitat, Pasqual Maragall; el alcalde de Barcelona, Joan Clos; el
director de la Representación de la Comisión Europea en Barcelona,
Josep Coll i Carbó; y la presidenta del Consejo Escolar del Estado,
Marta  Mata.   

Personalmente, me pregunto para qué lo han redactado y tengo serias
dudas sobre si hay que darle muchas vueltas a cada uno de los puntos del manifiesto. A mi me suena a discurso político.
Trata de ser efectista, pero es muy naif y no es una guía para
mejorar el panorama educativo. Por otro lado, la declaración en
cuestión parece un asunto local. La asociación Rosa Sensat se
define como Moviment de Renovació Pedagògica de Barcelona y la declaració exclusivamente en catalán.

Como sugerencia, quizás sería interesante dar un paso atrás, pero no
de 40 años sino de 500 o 1000, y tratar de redactar un proyecto
educativo con una visión más global. Quizás podríamos conseguir así un texto
ambicioso, basado en las buenas experiencias educativas de la Historia,
con datos científicos, y que no esté manchado de tripas y otros órganos vitales heridos en
guerras recientes y vecinas de las que los niños no tienen
culpa. Ya está bien de utilizarles para rectificar la Historia.


La Asociación Rosa Sensat edita una revista en catalán y castellano sobre la educación de 0 a seis años: In-fan-cia.

El sobrevalorado* mundo de la publicidad ha encontrado una novedosa
excusa para crear otro Festival de autobombo: la Infancia. Lo han llamado El Chupete y dice Jesús Martín Sanz, director de la AMPE (Asociación de Medios Publicitarios de España),
que «ha llenado un vacío». Según reza en el web del Festival, lo que
pretenden es dar un reconocimiento profesional para todos aquellos
anunciantes, agencias de publicidad y productoras, que se dedican a
hacer trabajos creativos con valores, dirigidos al público infantil y
que se emiten en España.

Lo estrenaron la semana pasada en Valencia.
Participaron 180 spots y 60 agencias, y repartieron Chupetes —que es
algo así como los Óscar o los Goyas— entre los mejores. El Festival fue
presentado por el conseller de Relaciones Institucionales y
Comunicación, Esteban González Pons, que, refiriéndose a los anuncios publicitarios, dijo que «la responsabilidad
de sus creadores es comparable a la de los fabricantes de chupetes», y
que deben cumplir, igualmente, criterios de seguridad, para que los niños
no se «atraganten» con la publicidad». El Gran Premio de Cine y
Televisión lo ganó el anuncio de Ausonia de los bebés cowboys (en la
foto), de la agencia FCB/TAPSA.

(*) Si me pongo a hacer valoraciones tan tajantes es porque viví un
poco ese mundillo de la publicidad, aunque no desde dentro de una
agencia sino desde otra zona (la fotografía publicitaria) que me
permitía observar desde lejos ese mar de corbatas de colores, sueldos
de vértigo, despachos acristalados, directores creativos infumables, y
montajes millonarios que se evaporaban tras un clic de la cámara.

Y, sí, aunque en este país hay muy buenos profesionales, creo que el
mundo de la publicidad está sobrevalorado, sobre todo económicamente.
Se mueven cantidades apabullantes de dinero en cada spot,
que dura un suspiro o que ocupa una página. Contratar a la agencia más
renombrada y al fotógrafo más conocido es muy muy caro, y no porque
sean siempre los que mejor lo hacen, sino porque son los que mejor se
han vendido a sí mismos.

Y después está ese mundo paralelo con cientos
de personajes estrambóticos y mediocres que aspiran a ser los
estilistas de moda, pero que lo único que consiguen es malvivir con
trabajos esporádicos. O los castings
de las modelos, que desfilan diariamente como ganado por los estudios a
petición del fotógrafo, esperando lograr un papel que engrose su book y su caché. O los padres que someten a sus niños a largas horas de espera en los castings para ver si su hijito les gana unos cientos de euros y, de paso, sale en la tele.

Y todo por dinero, y más dinero.