«Hemos estado sometidos a una gran
presión para que digamos que todo niño debe tener un ordenador. Y yo
contesto que no. Todo niño ha de tener primero una madre, luego un
padre, un maestro, un libro, y sólo en quinto lugar un ordenador».

Federico Mayor
Zaragoza
(Barcelona, 1934). Presidente de la Fundación Cultura de Paz. Hoy, en El Periódico de Cataluña.

Este es el virus de la grive aviar H5N1. Pertenece a una serie de fotografías tomadas por el legendario fotógrafo sueco Lennart Nilsson, de 83 años de edad. En la imagen coloreada, el virus se distingue como bolas azules atacando a células sanas rosadas. Es la primera vez
que se consiguen imágenes de este virus, para las que se ha utilizado
un microscopio electrónico de barrido. Aparecieron como una primicia
mundial hace unos días en el diario sueco Dagens Nyeter. Nilsson se las apañó para que la OMS (Organización Mundial de la Salud) enviara al Instituto Karolinska,
de Estocolmo, una muestra del virus que más preocupa en este momento.
Pertenecía al padre e hija que murieron hace dos años a causa de este
virus en Hong Kong.

—«Si cuando tenía 16 años me hubiese sentido cada mañana como me
siento a los 65, mi madre me habría dejado quedarme en la cama».
(Viñeta publicada en Noseweek, una revista sudafricana bastante alternativa).

Tengo la terrible condición de fijarme en detalles en los que
malgasto mucha energía. Pero lo de hoy me va a servir de
escarmiento. Al subir al tranvía, al principio de su recorrido, había
un joven que me ha parecido muy sospechoso, y no era porque tuviese
pinta de árabe. Aquí hay miles. No daría abasto. Estaba nervioso;
miraba a
todas partes; juntaba las manos como para rezar; parecía estar incómodo
en el asiento; ponía la palma de la mano, abierta, sobre el bolsillo
izquierdo de los vaqueros, que eran muy amplios, … No podía dejar de
mirarle, ante el mosqueo de mi acompañante, que me
estaba hablando sin que yo le prestara mucha atención. El pálido joven,
de
unos 18 ó 19 años, cerraba los ojos, agachaba la cabeza, se tocaba la
cara, palpaba los pantalones una y otra vez,… Por su
expresión, me parecío que estaba  rezando a algún dios para pedir
perdón.

A mi me empezó a dar miedo. Empecé a imaginar cosas muy raras en sus abultados vaqueros. «Ese tipo es muy sospechoso», le
dije a mi acompañante. «Vámonos al otro extremo». Seguí mirándole de
lejos. De repente, se levantó y avanzó rápidamente hacia donde
estábamos. A mitad de camino, se sentó en otro asiento. Un hombre vino
detrás, buscándole, para entregarle algo que se le había caído al suelo
al cambiar de sitio. Era una pulsera de oro de señora, bastante gruesa,
por cierto. La ví bien porque el hombre la llevó colgando, cogida de un
extremo, desde una punta a otra del tren. La cara que puso el joven era
un poema, se quedó helado.
Lentamente, extendió la mano, cogió la pulsera y, sin decir nada,
volvió a metérsela en el bolsillo.

Nos bajamos. Era nuestra parada. Llamé al 112. Expliqué lo sucedido
con pelos y señales. El interlocutor, muy amable, tomó nota de toda la
información y me agradeció la llamada. Al cabo de una media hora me
llama la policía local de la estación final del tranvía.

—«A ver, señora, ¿usted está todavía en el tranvía?», me dice un policía al más puro estilo Torrente.

—«No, ya le dije al del 112 que acababa de bajar cuando les llamé».

—«¿Y usted ha visto a esta persona quitarle la pulsera a alguien?», continuó, con muy malas maneras.

—«Pues no, sólo les he avisado porque su comportamiento era muy sospechoso y …. »

Pero oí que el policía estaba hablando con otra persona.

—«Perdone, ¿me está escuchando?», pregunté.

—«Sí, sí, es que tengo que atender a todos, ¿sabe?»

—«Mire, yo sólo trataba de ayudar, pero si no quiere escucharme, pues colgamos y en paz».

—«¡Cuéntemelo si le da la gana!  Pero si se va a poner así…»

—«Pero ¿cómo que si me voy a poner así? Encima que les llamo, parece que me esté riñendo»

¡¡¡¡¡Y me colgó!!!!

Hace muchos años denuncié a un conocido bar de Barcelona que hay
detrás del Ayuntamiento. Dicen que era muy frecuentado por Pasqual
Maragall. Descubrí que tenían unos espejos en los
retretes que, en realidad, eran cristales transparentes, como los que
usa la policía para las ruedas de reconocimiento.
O sea, que los camareros veían perfectamente todo lo que ocurría dentro
de los servicios cuando la luz estaba encendida. Y eso explicaba muchas
idas y venidas por esa puerta donde rezaba “Sólo Personal”. Al poner la
denuncia, la policía me hizo la misma pregunta que hoy: «¿Usted ha
visto a estas personas mirar por ese cristal?» Por cierto, aunque en
aquel caso se presentaron inmediatamente dos coches patrulla para
comprobarlo, me han dicho que el
cristal sigue en el mismo sitio.

Y el joven del tranvía, seguramente, estará
vendiendo su botín.

Y yo no volveré a llamar al 112. 

Lo que hay en la bolsa es pelo de Greta
Garbo. Una organización con sede en Baltimore, Estados Unidos, guarda
una colección de “reliquias” como esta de las actrices del cine mudo
por si alguien, algún día, quiere clonarlas y tener una hija exacta a
la estrella en cuestión. Los trocitos de hueso de Gloria Swanson o de
Mary Astor, o el mechón del cabello de Marlene Dietrich o de Louis
Brooks bastarán, dicen, para ver nacer a estas divas en casa. «Nuestra
misión es la resurrección de las actrices de la Era Dorada del cine
mudo», reza en el web.
La pregunta ya no es si estos restos humanos pertenecen realmente a
aquellas mujeres, sino si todavía hay alguien que crea que para
“repetir” a Greta Garbo hacen falta sólo sus genes…

 

He aquí una guía para el cuidado de niños,
editada por la Universidad de Ilinois. Incluye una plantilla para hacer
tu propio anuncio. Es gracioso este consejo en el
apartado de comidas: «Sea un buen ejemplo. Los niños son buenos
imitadores, ellos ven lo que usted hace, así que coma zanahorias».

En el mismo web hay otros contenidos interesantes sólo para niños, y en español.

Extracto de una entrevista a José Luis Sampedro (Barcelona, 1917), escritor y economista, aparecida en Charlando sobre la Infancia, de Javier Urra Portillo (Ed. Espasa, 2000).


P. Usted siempre ha sido un docente. ¿Qué misión ha de tener quien enseña?

R. Mi pedagogía se resumía siempre en
dos palabras: amor y provocación. Hay que querer a los chicos y
provocarles para que piensen por su cuenta, para que se despeguen de
uno, para que discutan con uno y para que sean ellos, se hagan ellos.

P. ¿Cuándo deja uno de ser niño?

R. Huy, según! En ciertos
aspectos, yo no he dejado de ser niño. Se deja de serlo cuando uno
pierde el candor. Yo guardo cierta piel de inocencia, aunque quizá con
un aire de pillo.

P. ¿A qué huele un niño?

R. Los más pequeñitos huelen a
lana, a calorcito; es un olor a carne de niño. Porque tuve un niño así,
en brazos, escribí La sonrisa Etrusca.

P. ¿Cuál es el secreto de su ternura hacia la primera edad?

R. Por proximidad a la nada; por
decirlo así, el niño acaba de dejarla y uno está a punto de ir a ella,
de modo que eso enternece mucho.

P. ¿Cómo definiría la sensación de tener un nieto?

R. Es la sensación de transmitir,
casi, casi, una vida distinta de la que transmite el padre, porque uno
transmite una vida mucho más hecha, porque tiene mucha más edad y
además la tea se está apagando, de modo que hay que soltarla en seguida
y pasarsela a otro.

P. ¿Guarda algún juguete de la infancia?

R. Mío no, porque he pasado por
muchas vicisitudes. Mi primera infancia fue en Barcelona, meses después
en Tánger, después en Aranjuez, luego la guerra,… y las casas se han
destruido. Mías no, de mi nieto sí guardo cosas.

P. ¿Qué deberíamos hacer para mejorar el mundo de los niños y de los jóvenes?

R. La bondadosa tolerancia. No
puede ser de otro modo. Hace poco, por ejemplo, hemos celebrado el día
del sida,  tenemos una Iglesia de amor todavía gruñendo contra el
preservativo, ¿usted cree que hay derecho a esa irresponsabilidad? Y es
por intolerancia, por no admitir cosas distintas y por ignorancia
científica. Sobre todo la bondad tolerante; admitir que el otro puede
tener, si no la razón, por lo menos su razón, lo mismo que yo tengo la
mía, y aceptar la del otro. Y no discutirla a palos, ni a tiros ni a
nada semejante, ni a golpe de dogmas. 



Fab mit

Esta es la descripción que hizo el cómico Jerry Seinfeld de una clase de gimnasia en el colegio (es un stand-up al final de The Library): «It
was a weird school day, you know what I mean because it kind of like
started of kind of normal. You have like English, Geometry, Social
Studies and then suddenly you’re like in Lord of The Flies for 40
minutes you know you’re hangin’ from a rope. You have hardly any
clothes on. Teachers are yellin’ at ya’ “Where’s your jock strap?” Ya’
know and kids are throwin’ dodge balls at you. You’re tryin’ to survive
… Then its History, Science, Language. There’s something off in the
entire flow of that day.»