«Esta sociedad maneja muy mal la frustración. Aunque quede mal decirlo determinada psicología de la autoestima está siendo perjudicial. Creer que a un niño no se le puede frustrar porque se le puede herir en su autoestima lleva, a veces, a evitarle cualquier sufrimiento y a no enfrentarle a su responsabilidad. Esto genera niños débiles e incapaces de superar los obstáculos. Estamos creando niños consentidos y cuando crecen quieren seguir estando consentidos.»
Fragmentos de la entrevista a Guillermo Echegaray, psicólogo, en la revista Consumer
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