Han cambiado a los guardias de seguridad del cole. Los anteriores le parecían demasiado “blandos” y han buscado a otros más estrictos. Siguiendo órdenes, cada mañana el nuevo “segurata” ordena a los padres que llegan tarde a pasar por secretaría, y hasta te persigue para que no evadas el castigo.

Esta actitud podría comprenderse un poco más en caso de retrasos reiterados y exagerados, y quizás en Primaria y Secundaria, donde todos sabemos que se imparten clases magistrales que no te puedes perder. Pero cuando llegas cinco minutos tarde porque el tren se ha retrasado y vas al aula de Infantil, donde los padres están en contacto directo con los profesores y donde, a esa hora, todavía están repartiendo la plastilina (y no es menosprecio a la labor de Infantil, a la vista está), el guardia de seguridad y las normas de la Dirección invitan a la Desobediencia Civil, como Thoreau.

¿Qué pretende la Dirección del colegio con este tipo de normas? ¿Acaso es el colegio una cárcel? ¿Son los alumnos presos con la condicional? ¿Es el colegio un ensayo de estado policial de la futura sociedad?

Otra norma sacada de la manga fue la nueva hora de recogida de los niños de Infantil, hace unos meses. Desde el principio, siempre se había podido recoger a los más pequeños un cuarto de hora antes de que salieran los de Primaria. Pero un día, de repente, no abrieron la puerta a menos cuarto. Algunas madres preguntaron al guardia de seguridad de entonces, el “blando”, que les contestó que eran normas de Dirección. Le habían ordenado que abriese la puerta cuando el reloj de la escuela (que lleva su hora propia, distinta a la terrestre) diese menos diez.

Cuando la puerta se abrió, un grupo de madres —que debieron ser las delegadas de clase en sus tiempos— se saltó el estricto protocolo y asaltó el despacho de la Dirección en busca de explicaciones. La Dirección de Infantil se rebotó y preparó una sorpresa para el día siguiente.

Como castigo a los padres revoltosos, impuso una nueva norma que pegó en cada una de las puertas del colegio: la hora de salida será a “en punto”. Desaparecía el cuarto de hora de flexibilidad que facilitaba tanto la vida a los padres. Ahora los que vamos en transporte público debemos esperar cerca de media hora frente a la puerta, donde hay muchos otros padres de brazos cruzados.

Y no, no parece que se pueda hacer nada. Para pedir algo tan secillo como una explicación o volver al horario de siempre hay que acudir a los representantes de aula, que han de hablan con el representante de curso, que ha de exponer el asunto en la reunión del Consejo de Educación. Y la respuesta es “No, pasemos al siguiente tema”.

Creo de todo corazón en el lema “El mejor gobierno es el que tiene que gobernar menos”, y me gustaría verlo hacerse efectivo más rápida y sistemáticamente. Bien llevado, finalmente resulta en algo en lo que también creo: “El mejor gobierno es el que no tiene que gobernar en absoluto”. Y cuando los pueblos estén preparados para ello, ése será el tipo de gobierno que tengan.

Desobediencia Civil, de David Thoreau.

(Cámbiese gobierno y gobernar por colegio y escolarizar, respectivamente.)

«El unico deber que tengo el derecho de asumir es hacer, en todo momento, lo que considere justo.» (Thoreau)