Anoche pusieron un documental en la 2 sobre los niños que no van a la escuela. Dijeron que, en España, ya hay cientos de familias que se han apuntado al “homeschooling” pero que la mayoría no se atreve a dar la cara, que sólo los extranjeros lo hacen sin demasiados reparos.
El documental fue flojo. Como siempre hacen, describen a estos padres como un grupo de “iluminados”, más parecidos a seguidores de una secta que a personas sensatas que se enfrentan al lamentable sistema educativo con dignidad y con una buena preparación.
Los protagonistas del documental fueron: Una profesora de yoga (madre de una niña superdotada), una “permacultora” («Es una profesión que consiste en ser coherente», dijo) que vive en los montes de Cantabria con sus dos niños (la niña confesó que le gustaría ir al cole –pero a otro que no sea el del pueblo– y que se aburre en casa); una madre de un niño de tres años con problemas respiratorios (al que escolarizará en cuanto cumpla los seis); una profesora de inglés, belga, muy entregada a la labor de maestra; una familia evangelista que repetía que Dios les ayuda a seguir adelante; una madre rumana que decía que sus hijos están en casa porque temía que olvidaran el rumano en la escuela,…
Y para colofón final, el pionero en esto del “homeschooling” en España, Peter Szil, y su hijo, que ya es adulto. Tiene otra hija, pero el padre dice que se cansó de no tener horarios y se apuntó a un colegio formal a los 10 u 11. Y ni sale en el vídeo. Y el “niño” se ha acabado dedicando al circo, ha montado una compañía bastante alternativa y hace malabares.
Las últimas imágenes del documental son las del joven malabarista con sus colegas, representando su espectáculo para un pequeño grupo de personas sentadas en el suelo. Mientras salen los títulos de crédito, parece que te estén diciendo: “A esto podrá aspirar tu hijo si no le llevas a la escuela”.
Aunque dedicarse al circo es una profesión como otra cualquiera, en el documental describe la enseñanza no reglada como algo de dudosa eficacia. ¿Se supone que es un reportaje serio? ¿Refleja una realidad?
En uno de los capítulos de la fantástica serie “Doctor en Alaska”, aparece una pareja que tiene una hija a la que enseñan en casa. Son artistas de circo, van de ciudad en ciudad, viven en una roulotte, pero la vida intelectual de la niña es intensa y rica. Los padres son ambos físicos, ex profesores de la universidad, que se hartaron de la vida académica y de la enseñanza reglada. Están convencidos de lo que hacen y no se muestran como víctimas del sistema (aunque lo sean). Te hacen sentir admiración por su comprometida tarea y su forma de enfocar la vida.
En cambio, en el documental de ayer, las madres no paraban de confesar que se sentían como bichos raros, que habían sentido presiones, sobre todo de la familia, que tenían dudas,… ¿Dudas de qué? ¿De que la escuela lo haría mejor?
No creo que el “homeschooling” tenga éxito en España. Sólo hay que ver los telediarios de finales de junio, cuando los colegios empiezan las vacaciones. Todos los padres aparecen angustiados porque van a tener que pasar dos meses con sus hijos. ¿Qué tipo de padre disfruta de la compañía de sus hijos y estaría dispuesto —y preparado— para dirigir su educación? Desgraciadamente, pocos. Pero lo que está claro es que nadie debería impedírselo.
Entiendo a esas madres, mi hija tiene sólo un año, y aun asà cuando le digo a la gente que no la llevo a la escuela y que no la pienso llevar por lo menos hasta que cumpla los tres años, noto como sus miradas me juzgan, me recriminan y desaprueban. Por unos segundos me hacen sentir “raraâ€.
Cuando yo era niña, lo habitual todavÃa era que tu madre se quedara en casa criando y educando, pero ahora… te critican si pretendes hacerlo. Convenciéndose de que están mejor en cualquier “garaje infantilâ€, antes que en casa con su madre.