Esta es la extraña historia de una mujer que tenía hijos y familia pero que nadie ha echado de menos en los últimos seis años. En el año 2001, dejó de pagar los recibos de la casa al banco y de dar señales de vida. Así que el banco realizó la tarea ‘humanitaria’ de embargarle la vivienda, situada en la calle Guilleries, de Roses, en la Costa Brava.

Hace un mes, subastaron la vivienda y la compró Jordi Giro, que cuando fue a comprobar el estado de la misma se encontró con el cadáver momificado de la antigua propietaria. Al parecer, los hijos de esta mujer, que rondaba los 60 años, están en Móstoles. Y es en Madrid, y no en Roses, donde pasaba gran parte del año, con su madre. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué nadie la echó en falta? Seguro que Almodóvar se inspirará en esto para otro de sus guiones.