Esta es la historia de Ashley, una niña que nació con normalidad pero cuyo desarrollo mental y motor se detuvo a los pocos meses de vida, por motivos desconocidos. Ahora tiene nueve años, y depende de sus cuidadores para todo. No puede sostener un juguete, ni mantener la cabeza erguida o darse la vuelta en la cama. Tampoco puede hablar. Su cuerpo es normal, sin deformaciones, y se esperaba que llegara a tener la altura y el peso normal de un adulto. Pero sus padres han optado por un tratamiento muy polémico: detener su crecimiento, según dicen en su blog, para mejorar la calidad de vida de Ashley.
En el año 2004, le extrajeron el útero, para evitar que tenga la menstruación, y el pecho, para evitar que le crezca. Y se le dieron altas dosis de estrógeno para que se quede con el tamaño que tiene ahora y se detenga su desarrollo sexual. Ashley se quedará siempre como una niña. El doctor Douglas Diekema, del Centro de Bioética Pediátrica de Seattle, Washington, dirigió al panel de expertos que evaluó el polémico tratamiento y expone el caso en el web de la CNN.
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