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Número Cinco.   13.02.2006

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Revolución educativa

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He aquí una pequeña muestra de los revolucionarios de la educación. Son maestros, intelectuales, científicos, médicos que iniciaron la lucha por liberar a los niños de un encierro de más de 10 años que aniquila su creatividad y sus ganas innatas de aprender. Sus ideas le sorprenderán, y le harán comprender mejor a sus hijos. Quizás le ayuden a ver su propia vida desde otra perspectiva, y puede que le animen a seguir sus pasos.

Maria Montessori: «Yo estudio a mis niños, y ellos me muestran cómo debo enseñarles»



Mariamontessori

En los años 90, antes de la llegada del euro, Maria Montessori (1870-1952) figuró en las monedas italianas de 200 liras y en los billetes de 1000 liras, sustituyendo a Marco Polo. Da una idea de la trascendencia de este personaje en su país.

Maria Montessori rompió los moldes de la mujer de su época y también la imagen que se tenía de los niños, a los que en aquel entonces se veía pero rara vez se escuchaba. Además de ser la primera mujer que se graduó en medicina en la Universidad de Roma, en 1894, fundó el sistema de enseñanza que lleva su nombre, el Método Montessori, que está considerado como una educación para la vida.

Influenciada por educadores como Froebel, Montessori creía que los niños podían aprender a hablar, escribir y leer de la misma forma que aprenden a gatear o caminar. Decía que los más pequeños tienen una "mente absorbente" y que era necesario que estuviesen libres para ser sus popios amos, tomar sus propias decisiones, y aprender por si mismos. Para ello, les proporcionaba un ambiente adecuado, estimulante, con materiales y actividades diseñadas para tal fin.

Maria Montessori no estaba de acuerdo con las técnicas de enseñanza rígidas, con frecuencia crueles, que se usaban en Europa. Trataba con extremo respeto a sus alumnos. Su método se basaba en la capacidad del niño para aprender. No trataba de moldearle sino de darle libertad para adquirir conocimientos desde los primeros años de desarrollo. «Yo estudio a mis niños, y ellos me muestran cómo debo enseñarles», decía.

Montessori fue la primera que adaptó el mobiliario de clase al tamaño de los pequeños. Pensaba que el entorno era tan importante como la propia enseñanza, y por eso sus escuelas eran lugares en los que se respiraba paz, armonía y orden, y en los que los niños podían concentrarse en el aprendizaje. Asombró al mundo mostrando niños de cuatro o cinco años que aprendieron a leer y escribir de forma espontánea; que elegían trabajar a comer dulces; que adoraban el orden y el silencio; que podían estar concentrados en alguna actividad intelectual durante largo rato; que se mostraban cooperantes con sus compañeros, sin competitividad. En sus alumnos, la libertad no producía caos sino una disciplina colectiva.

Las escuelas seguidoras del método Montessori se han multiplicado en todos los países. Aunque, lamentablemente, no se puede decir que todas ellas sean el vivo ejemplo de la fundadora. El experto en educación Herbert Kohl dijo al respecto en la revista Mothering:

«Hay muchas razones para enviar a un preescolar a una escuela Montessori. El currículum está bien elaborado y estimula a los niños a lo que podría llamarse un descubrimiento guiado. Puede proporcionar una base excelente para el aprendizaje complejo del futuro. Sin embargo, hay escuelas Montessori y escuelas Montessori. Algunas son rígidas y tristes mientras que otras, aunque utilicen los mismos sistemas y materiales, están llenas de vida y movimiento. Estas últimas, con frecuencia van más allá del curriculum Montessori, hacia las artes, el teatro, la música y los deportes. Creo que este segundo tipo de escuelas Montessori es preferible porque estimula a los niños a desarrollar su imaginación y a aprender a través del juego creativo».

Maria_Montessori

«Decidí darle a los niños una lección un poco humorística de cómo sonarse la nariz. Después de mostrarles distintas formas de utilizar el pañuelo, acabé indicándoles cómo se podía hacer de la manera menos inoportuna posible. Cogí el pañuelo de forma que ellos casi no pudieran verlo y me soné la nariz tan suavemente como pude. Los niños me miraban embelesados, pero no se reían. Yo me preguntaba por qué, pero no había terminado todavía mi explicación cuando empezaron todos a aplaudir como si fuese una ovación reprimida en un teatro. Cuando estaba a punto de irme, los niños empezaron a gritar: «¡Gracias, gracias por la lección!». —Maria Montessori


Paul Goodman: «Nuestra sociedad carece de un discurso público honrado y no toma en serio a la gente»

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Paul Goodman (1911-1972). Nació en Nueva York y no conoció a su padre, que abandonó a la familia cuando Paul era un bebé. Más tarde dijo que haber "nacido sin padre" fue la gran circunstancia de su vida. Su infancia no estuvo muy supervisada, porque su bohemia madre trabajaba y le cuidaban sus tías, y él creció en el ambiente intelectual judío del Nueva York de principios de siglo, vagando libremente por las calles de Manhattan, por sus museos, sus bibliotecas, ...

Este poeta, escritor, intelectual, anarquista, bisexual, ... se definía a sí mismo como "hombre de letras" y es conocido sobre todo por su activismo político y su crítica del sistema educativo en los años 60 y 70. El libro que le hizo famoso fue Growing up Absurd (1960), en el que refleja su convencimiento de que hay que tratar de educar a los jóvenes en vez de, como tan a menudo ocurre, mutilarlos y deformarlos para que sean útiles a otros en las funciones sociales para las que se prepararán.

«Puede demostrarse –y es mi intención hacerlo– que ... nuestra sociedad de la abundancia no ofrece en la actualidad muchas de las oportunidades objetivas y de los objetivos más elementales que podrían hacer posible el crecimiento. No ofrece bastante trabajo humano. Carece de un discurso público honrado y no toma en serio a la gente. Penaliza la aptitud y crea estupidez. Corrompe el patriotismo sincero. Corrompe las bellas artes. Destruye la ciencia. Ahoga el ardor animal. Desalienta las convicciones religiosas de la Justificación y la Vocación y apaga el sentimiento de que existe una Creación. No tiene Honor. No tiene Comunidad.

Obsérvese simplemente esta lista. No hay nada sorprendente en ella ni en las minúsculas ni en las mayúsculas. No tengo nada sutil ni novedoso que decir en esta obra; son cosas que todos saben
».

«La enseñanza pública obligatoria se generalizó universalmente durante el siglo XIX a fin de enseñar a los niños a leer, escribir y contar, conocimientos necesarios para construir una economía industrial moderna. En la actual economía superdesarrollada, los maestros luchan por conservar ese sistema elemental cuando la economía ya no lo necesita y se resiste a pagar el costo correspondiente. La demanda pide científicos y técnicos, el 15% de los “académicamente dotados”».

Cuatro años después de Growing Up Absurd, Goodman publicó Compulsory Miseducation, un libro sobre la “des-educación” obligatoria. En esta obra, afirma que «el sistema educativo obligatorio se ha convertido en una trampa universal que no tiene nada bueno», y propone cómo mejorarlo:

«En las escuelas y a través de los medios de comunicación, y no en el hogar o en contacto con los amigos, la mayor parte de nuestros ciudadanos de todas las clases aprenden que la vida es inevitablemente rutina, despersonalización y banalidad; que es mejor obedecer y callarse; que no hay sitio para la espontaneidad, la sexualidad abierta y la libertad de espíritu.

Formados en las escuelas, se adaptan a los mismos puestos de trabajo, la misma cultura y la misma política. Esto es la educación, la deseducación, la adaptación a las normas nacionales y el enrolamiento en función de las “necesidades” nacionales


Sus seis propuestas alternativas son:

«1. Prescindir totalmente de la escuela en algunas clases. Estos niños deberían escogerse entre familias tolerantes, pero no necesariamente instruidas. Deberían ser vecinos y lo suficientemente numerosos para constituir una sociedad por sí mismos y de esta forma no sentirse simplemente “diferentes”... Este experimento no puede causar ningún daño a los estudios de los niños, ya que hay pruebas de que los siete primeros años de trabajo escolar podrían llevarse a cabo en el caso de niños normales impartiéndoles una buena enseñanza que durase entre cuatro y siete años.

2. Prescindir del edificio escolar en algunas clases; asignar maestros y utilizar la propia ciudad como escuela –sus calles, cafeterías, almacenes, cines, museos, parques y fábricas ...–.

3. Recurrir a los servicios de ciertos adultos adecuados de la comunidad no especializados en la enseñanza –el farmacéutico, el tendero, el mecánico– como educadores de los jóvenes para introducirlos en el mundo de los adultos... Sería sin duda una experiencia útil y alentadora también para los adultos.

4. Hacer que la asistencia a clase no sea obligatoria, como en la escuela Summerhill de A.S. Neill. Si los maestros son buenos, habrá poco absentismo; si son malos, habrá que hacerlo saber. La asistencia obligatoria es útil para liberar a los padres de la presencia delos hijos, pero no tiene por qué ser una trampa para los niños...

5. Descentralizar las escuelas urbanas (o no construir nuevos edificios grandes) en pequeñas unidades, de 20 a 50, en locales disponibles. En estas pequeñas escuelas,
dotadas de tocadiscos y máquinas de juegos, podrían combinarse la sociabilidad, los debates, los juegos y la enseñanza formal. En circunstancias especiales, estas pequeñas
unidades podrían reunirse en un auditorio o gimnasio común para transmitir la sensación de una comunidad más amplia (...).

6. Utilizar una parte del dinero de la escuela para enviar a los niños durante un par de meses al año a explotaciones agrícolas económicamente marginales, por ejemplo en cada caso seis niños de orígenes distintos. La única exigencia sería que el agricultor los alimentara y no les pegara. Sería mejor todavía que participasen en los trabajos agrícolas... »

En Compulsory Miseducation, hay un espacio dedicado a la enseñanza universitaria. Dice que muchos jóvenes se ven obligados a ir a la Universidad para asegurarse el sustento, pero que la Universidad no les aporta nada. Y presenta "dos propuestas sencillas" para hacerla más accesible y útil:

1. Dos años de pausa antes de entrara en la Universidad. “... media docena de las universidades más prestigiosas en el terreno de las humanidades anunciarán desde 1966 que para ingresar en ellas exigirán haber dedicado dos años, después de la enseñanza media, a alguna actividad de maduración... Esta propuesta tiene dos finalidades: conseguir que los alumnos hayan acumulado suficiente experiencia en la vida para recibir educación a nivel universitario ... y romper el cerrojo que supone haber seguido durante 12 años lecciones obligatorias para obtener una nota, de forma que el alumno pueda enfocar los estudios universitarios con alguna motivación intrínseca, y por consiguiente tal vez pueda asimilar algo que le permita cambiar”.

2. Debe suprimirse el sistema de calificaciones y utilizarse más los tests para efectuar diagnósticos que permitan orientar la enseñanza.


Más información:
The Radical Individualism of Paul Goodman, por Richard Wall
Paul Goodman (documento en PDF, en español), por Edgar Z. Friedenberg. UNESCO.


Friedrich Froebel: Inventor del Kindergarten

froebel
Kindsein habló de este educador en un número anterior.

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