Nº 28

Cine

La serie más honesta

No es otra serie americana de televisión sobre adolescentes. "My So Called Life" retrata la vida de una adolescente como nunca antes se había hecho.

Los huérfanos de Madonna

"I am because we are" es el documental que ha realizado Madonna para ayudar a los huéfanos de Malawi.

Libros

El niño musulmán y la niña judía

Ayaan Hirsi Ali acaba de publicar un polémico libro —«Adán y Eva»—con el que quiere curar a los niños del prejuicio adulto.

La cultura "zombie" y la sociedad adolescente

La derrota del pensamiento

Anagrama,

ISBN: 978-84-339-0087-6

Ahora da igual un cómic que una novela de Nabokov, un slogan publicitario que un poema de René Char, un partido de fútbol que un ballet, o un videoclip que una ópera de Verdi. Alain Finkielkraut habla de una "cultura zombie" y una sociedad adolescente.

El autor se pregunta cómo hemos podido llegar a llamar cultura a un estado en el que el pensamiento está ausente. Finkielkraut se remonta al Siglo de las Luces para explicar el derrumbe de los ideales europeos.

«Finkielkraut afirma que los ideales de razón, de humanismo cosmopolita y de poesía sin fronteras están sucumbiendo ante la exaltación nacionalista y la concepción étnica de la sociedad (contra la concepción electiva), herederas del romanticismo alemán y de su Volkgeist», reza en el web de Anagrama. «La filosofía de la descolonización, instrumento para la emancipación de los países del Tercer Mundo, acaba por desembocar en el nacionalismo más sectario: mientras, una «nueva derecha» cultiva el fantasma de una Europa asediada por famélicos inmigrantes...»

El último capítulo del libro se titula “Una sociedad finalmente convertida en adolescente”:

«Los jóvenes: son un pueblo de reciente aparición. Antes de la escuela, no existía: para transmitirse, el aprendizaje tradicional no necesitaba separar a sus destinatarios del resto del mundo durante varios años, y, por consiguiente, no dejaba ningún espacio al largo periodo transitorio que nosotros llamamos adolescencia. Con la escolarización masiva, la propia adolescencia ha dejado de ser un privilegio burgués para convertirse en una condición universal. Y un modo de vida: protegidos de la influencia familiar por la institución escolar y del ascendiente de los profesores por “el grupo de los iguales”, los jóvenes han podido edificar un mundo propio, espejo invertido de los valores circundantes. Relajamiento del jean contra convenciones indumentarias, historieta contra literatura, música rock contra expresión verbal, la “cultura joven”, esta antiescuela, afirma su fuerza y su autonomía desde los años sesenta, es decir, desde la democratización masiva de la enseñanza: “Como cualquier grupo integrado (el de los negros americanos, por ejemplo), el movimiento adolescente sigue siendo un continente en parte sumergido, en parte prohibido e incomprensible para cualquiera que esté fuera de él. Damos como prueba e ilustración de ello el especialísimo sistema de comunicación, muy autónomo y amplísimamente subterráneo, transportado por su música para la cual el feeling domina sobre las palabras, la sensación sobre las abstracciones del lenguaje, el clima sobre las significaciones brutas y de un acceso racional, valores todos ellos extraños a los criterios tradicionales de la comunicación occidental, que arrojan una cortina opaca y levantan una defensa impenetrable contra los intentos más o menos interesados de los adultos. Tanto si se escucha como si se toca, en efecto, se trata de sentirse “cool” o de colocarse. [...]

«La moda es joven; el cine y la publicidad se dirigen prioritariamente al publico de los quince-veinteañeros; las mil radios libres cantan, casi todas con la misma música, la dicha de terminar de una vez con la conversación. Y se ha levantado la veda de la caza al envejecimiento: mientras que hace menos de un siglo, en ese mundo de la seguridad tan bien descrito por Stefan Zweig, “el que quería progresar se veía obligado a recurrir a todos los disfraces posibles para parecer mas viejo de lo que era”, “los diarios recomendaban productos para adelantar la aparición de la barba”, y los jóvenes médicos recién salidos de la facultad intentaban adquirir una ligera barriga y “cargaban sus narices con gafas de montura de oro, aunque su vista fuera perfecta, y ello para y simplemente para dar a sus pacientes la impresión de que tenían “experiencia””, en nuestros días, la juventud constituye el imperativo categórico de todas las generaciones. Como una neurosis expulsa la otra, los cuarentones son unos “teenagers” prolongados; en lo que se refiere a los ancianos, no son honrados por su sabiduría (como en las sociedades tradicionales), su seriedad (como en las sociedades burguesas) o su fragilidad (como en las sociedades civilizadas), sino única y exclusivamente si han sabido permanecer juveniles de espíritu y de cuerpo. En una palabra, ya no son los adolescentes los que para escapar del mundo, se refugian en su identidad colectiva; el mundo es el que corre alocadamente tras la adolescencia. Y esta inversión constituye, como observa Fellini con cierto estupor, la revolución cultural de la época posmoderna: “Yo me pregunto que ha podido ocurrir en un momento determinado, que especie de maleficio ha podido caer sobre nuestra generación para que, repentinamente hayamos comenzado a mirar a los jóvenes como a los mensajeros de no sé que verdad absoluta. Los jóvenes, los jóvenes, los jóvenes…¡Ni que acabaran de llegar en sus naves espaciales! […] Sólo un delirio colectivo puede habernos hecho considerar como maestros depositarios de todas las verdades a chicos de quince años.»

KINDSEIN © 2005-2013

Los textos de KINDSEIN están sujetos a una licencia Creative Commons.
Puedes usarlos siempre que cites la fuente y no los modifiques ni los vendas.
Geo Visitors Map