Algunas personas, niños y adultos, temen ser rechazados por los demás por su aspecto físico. Si no se mitiga, puede tener serias implicaciones en la salud física y mental.
Así lo aseguran tres nuevos
estudios realizados en la Universidad de Buffalo, en Estados Unidos, que se publicarán próximamente en Personality and Social Psychology Bulletin.
La doctora Lora Park, autora de los estudios, ha visto que cuando la necesidad de un individuo por parecer más atractivo está motivada por una ansiedad ante ser rechazado por los demás, las consecuencias pueden ser fatales para su bienestar. Sus investigaciones sugieren que hay maneras de mitigar estos efectos negativos, haciendo que estas personas piensen en sus puntos fuertes o en su estrecha relación con otras personas.
En el primer estudio, Park vió que los participantes (estudiantes universitarios) que mostraban más miedo al rechazo tenían una menor autoestima, eran más neuróticos, tendían a basar su valía en su apariencia física, se describían a sí mismos como poco atractivos físicamente y tenían desórdenes alimenticios. «No comían cuando tenían hambre, hacían ejercicio de forma compulsiva y realizaban comilonas y purgas».
En el segundo estudio, Park descubrió que los que tienen altos niveles de sensibilidad al rechazo por su apariencia física decían sentirse más solos y rechazados. «Sólo al hacerles ennumerar lo que no les gustaba de su aspecto, ya fuese el peso, la altura, el acné o alguna otra característica de su cuerpo o su cara, era suficiente en las personas de alta sensibilidad al rechazo para sentirse solos, rechazados, no queridos o aislados», dijo Park.
¿Hay alguna forma de atenuar estos efectos? En el tercer estudio, Park pidió a todos los participantes que escribieran un ensayo sobre los aspectos negativos de su apariencia física. Después se les asignó al azar tres tipos de actuación:
Autoafirmación: en la que tenían que hacer una lista de sus puntos personales más fuertes.
Relaciones de cariño: tenían que hacer una lista de las iniciales de las personas a las que querían.
Neutral: hacían una lista de objetos que veían en la habitación.
Los resultados mostraron que las personas más sensibles al rechazo mostraban un peor estado de ánimo y una autoestima más baja sólo cuando se les pedía que pensaran en objetos de la habitación. «El recuerdo de una relación cercana o de las fuerza personal fue suficiente para reducir los efectos dañinos de pensar en los aspectos negativos de su apariencia», dijo Park.
En el web de la Universidad de Columbia, se ofrecen varios cuestionarios para medir la sensibilidad al rechazo, para niños y adultos (están en inglés y son documentos PDF).