19.12.2005

Opinión

Bebés que fuman

Antonio Lorenzana B.

Fumando esperan a la persona que más quieren: a sus madres. Y, sin embargo, son ellas, sus madres, las que dan de fumar a diario a sus bebés. La cafetería donde suelo desayunarme los días de trabajo es frecuentada casi a diario por un grupo de cinco o seis jóvenes madres que, a eso de las diez y media de la mañana, se regalan con un buen café, una pasta recién horneada y una entretenida charla salpicada de divertidas risas. Sus bebés esperan, dormiditos casi siempre, en sus carritos, orilla la mesa donde sus madres charlan animadamente.


Lamentablemente, además de café, pastas y buen humor, las mamás también acompañan la tertulia con tabaco. Los cigarrillos van enturbiando el ambiente y el aire se va colmando de cientos de substancias tóxicas que van entrando, como furtivas, en los pulmones de sus niños.

Sin duda, las madres no son conscientes del daño que les están haciendo a sus hijos. No pueden ser conscientes porque ni siquiera han llegado a comprender el daño que se hacen a ellas mismas con el tabaco. ¿Cuántas personas de las más de 50.000 que mueren cada año en España por culpa del tabaco no se arrepienten de haber encendido el primer cigarrillo cuando les dicen que van a morir por gentileza de un manojillo de hojas secas ardiendo entre papel de fumar?

El humo del tabaco, incluso a muy baja concentración, va producir, entre otras muchas cosas, una vasoconstricción periférica en el bebé; va a irritar las mucosas de los ojos y del tracto respiratorio del niño: una ocasión de oro para las infecciones oportunistas. Por otra parte, parece probado que el humo del tabaco potencia el desarrollo de muchos tipos de alergias.

Muy recientemente se ha demostrado también que las mujeres embarazadas que fuman, amén de dar a luz a niños con menos peso, presentan un claro aumento en el número de roturas cromosómicas observadas en cultivos de células fetales obtenidas por amniocentesis. Este hecho hace pensar en la terrible posibilidad de que el tabaquismo durante la gestación pueda ser responsable de algunas de las reorganizaciones cromosómicas clonales observadas en muestras de médula ósea de niños diagnosticados de neoplasias hematológicas (leucemias) a edades muy tempranas.

Pero todo este discurso, como siempre, quedará en nada. Quedará en nada porque que el infarto siempre de dará a otro, porque el cáncer siempre se lo diagnosticarán a otro, porque los daños a treinta, sesenta y noventa años no parecen daños de verdad. Estos discursos que alertan sobre los peligros del tabaco siempre quedan en nada, quedan en eso: en humo.

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Antonio Lorenzana B. es Biólogo Citogenetista