4.04.2007

Las grandes profesionales de la familia

Johan Eimeric

Educadora, repartidora, cocinera, banquera, relaciones públicas, gestora de recursos, limpiadora: ama de casa o madre profesional, para abreviar. Es el misterio de cómo el trabajo más completo se ha convertido en el más despreciado.

Un matrimonio se convierte, desde el punto de vista económico, en una empresa con dos socios con los mismos derechos. El objetivo de esa empresa es más discutible: para los sectores más conservadores, el fin es la crianza de hijos, de ahí que el matrimonio homosexual les parezca un sinsentido. Pero deben reconocer de que había otro objetivo previo que curiosamente se ha convertido en prioritario: conseguir una vivienda en propiedad. Y la subida de los precios ha hecho que el dinero sea el elemento clave del éxito de la empresa.

Con ese cambio, el matrimonio homosexual ha pasado a ser un modelo: dos personas que se quieren, trabajan fuera de casa y comparten todo a medias. Esperemos que en el futuro se puedan plantear otros tipos de matrimonio todavía más eficientes en la gestión de la vivienda, como los que describía Robert Heinlein en su novela "The Moon is a Harsh Mistress" ("La Luna es una amante cruel", según la traducción publicada en español): matrimonios múltiples que van incluyendo regularmente nuevas esposas y maridos que sustituyan a los desaparecidos y que conserven y aumenten el patrimonio.

Si lo importante es obtener dinero para comprar la casa, tener hijos se convierte en un gasto innecesario, además de una molestia. En lugar de formar una auténtica comuna, al estilo Heinlein, se "comuniza" a los niños en guarderías, se come fuera o precocinado, y se subemplea a otras amas de casa para que hagan los trabajos más desagradecidos. Crecen los hipermercados, con su pseudocontabilidad doméstica en sus abultadas facturas, y desaparece el mercado especializado. Adios también a la ayuda mutua entre madres, posible cuna del lenguaje y por tanto de la civilización (*).

Los grandes perjudicados son los niños que sufren las consecuencias de tener madres a tiempo parcial mientras aprenden a despreciar a las otras madres. Esperemos que tanto los padres como los hijos "profesionales" aprecien lo que tienen en lo que vale. Y, gobernantes nuestros, sed conscientes de que las familias profesionales pueden tener más hijos, y estos son más rentables a largo plazo que los importados de otros países. Francia y Alemania ya lo saben y por eso ofrecen importantes ayudas a la natalidad (**).

(*) Do sex differences in empathy account for sex differences in language acquisition?
(**) N.E. Preguntado el autor sobre la posible interpretación xenófoba de esta última parte, ha insistido en que va a ocurrir lo mismo con cualquier comentario sobre el fomento de la natalidad: "Ahora va a parecer que si tienes un hijo, eres un xenófobo por cerrar la puerta a un posible inmigrante futuro".