4.04.2007

en profundidad

Guardería: en pequeñas dosis

Llevar a los niños a una guardería durante un año o más aumenta las probabilidades de que, al llegar a la escuela, sean agresivos. Este es el último resultado de un multimillonario estudio estadounidense diseñado para averiguar el efecto de los cuidados del niño en su desarrollo. KINDSEIN ha hablado con los investigadores principales, y ha entrevistado al primer autor, el doctor Jay Belsky, director del Instituto para el Estudio de los Niños, las Familias y los Asuntos Sociales de la Universidad Birkbeck, de Londres.

El Study of Early Child Care (SECC) es el estudio más amplio sobre cuidado infantil —en duración, número de participantes y temas abordados— de cuantos se han realizado en Estados Unidos y está respaldado por el NICHD (National Institute of Child Health and Human Development). Empezó a desatar la controversia en el 2001 cuando desveló que los niños que estaban en guarderías mostraban un comportamiento más agresivo y desafiante al llegar a párvulos.

Entrevista al Dr. Jay Belsky

Aquellos niños desafiantes del parvulario, según los nuevos resultados, son ahora motivo de queja para sus profesores de 5º y 6º curso (en Estados Unidos, de 10 a 12 años). Sus maestros dicen que «son desobedientes», «se meten en peleas» y «discuten mucho». Pero la sorpresa es que el efecto resulta ser independiente de la calidad de la guardería a la que fue el niño, o del tipo de familia a la que pertenece.

Los autores insisten en que el efecto es pequeño y que el comportamiento "alterado" está dentro de la normalidad. Dicen que en ningún caso podría alguien haber entrado en un aula, sin tener otra información, y adivinar qué niños pasaron sus primeros años en guarderías y cuáles no. «Sin embargo, es importante resaltarlo porque hay un gran número de niños en América sometidos a cuidados infantiles de baja calidad, y durante largos periodos de tiempo, antes de entrar a la escuela», dijo el doctor Belsky. Este especialista se pregunta «qué pasará en las aulas, en las escuelas, en los patios de recreo y en las comunidades cuando cada vez más niños, cada vez más pequeños, pasen cada vez más tiempo en centros, muchos de ellos de indiscutible baja calidad».

1.364 niños desde el nacimiento

Los 1364 niños estudiados en el SECC se han seguido de cerca desde su nacimiento. Se "reclutó" a las familias en los hospitales, poco después de que nacieran los niños, en 10 zonas distintas de Estados Unidos. Aunque los expertos coinciden en que es un estudio muy riguroso, también reconocen que crea tantas preguntas como respuestas.

Por ejemplo, como los investigadores no pudieron asignar niños a un determinado tipo de cuidado o a otro, ya que eso no sería ético, no existía grupo control. Es uno de los inconvenientes de este tipo de estudio —denominado 'observacional': no ayuda a determinar causa y efecto.

Los investigadores analizaron la calidad, cantidad y tipo de cuidado infantil que los niños recibieron, cuando tenían 6, 15, 24, 36 y 54 meses. Después de eso, fueron observando el rendimiento intelectual y el desarrollo social. También se ha comparado a los que están una gran cantidad de tiempo en centros con aquellos que están menos, o ninguno.

Los niños que disfrutaron de un cuidado infantil de calidad muestran un vocabulario relativamente más rico que los demás, algo que también apareció en las conclusiones del 2001. Por cuidado infantil de calidad se entiende aquel donde el niño recibe apoyo y atención personalizada.

Crueles, fanfarrones, gritones, mentirosos, destructivos,...

Los maestros de primaria de los participantes midieron comportamientos como: pedir mucha atención; pelear mucho; fanfarronear; mostrar crueldad, "bullying" o desprecio hacia los demás; romper las cosas de los demás; desobedecer; mentir; gritar mucho. Los que pasaron más horas en guarderías resultaron ser los que más puntuación obtuvieron en estos informes. Pero no se conocen los motivos.

«Una posible interpretación es que los niños en guarderías, rodeados de muchos otros niños y sin suficientes adultos alrededor para controlarles y supervisarles, tuvieron más conflictos por los juguetes y para competir por la atención de los adultos, y puede que esto haya motivado su comportamiento posterior en la escuela», comentó a KINDSEIN la doctora Susan B. Cambell, una de las investigadoras principales, de la Universidad de Pittsburgh.

Según el doctor Robert H. Bradley, otro investigador del SECC, de la Universidad de Arkansas, «los cuidadores de las guarderías, especialmente los profesores que están en clase, deben estar atentos a las interacciones entre los niños mientras les cuidan. Tienen que supervisarlas, ayudarles a estructurarlas para que sean productivas y positivas, y ayudarles a evitar cualquier interacción negativa con los compañeros. Pero eso es muy difícil cuando hay muchos niños en la misma clase. Creo que hay formas de enseñar a los maestros cómo gestionar mejor las clases en general y las interacciones entre los niños»

¿Son extrapolables los resultados a otros países?

Es imposible saberlo. «Se están realizando estudios similares en Inglaterra y en Israel y a veces encuentran resultados parecidos y a veces, no», observa la doctora Cathryn Booth-LaForce, otra de las investigadoras principales, de la Universidad de Washington.

«Cuando visité España, hace unos años, me quedé impresionada por los grupos multigeneracionales que vi juntos, abuelos, padres y niños. Creo que vuestras familias están más unidas y resulta más probable que vivan cerca», dijo Campbell. «En Estados Unidos, están más dispersas. De manera que hay otros factores culturales o de otro tipo que juegan un papel importante».

Sin embargo, en España, los datos no son especialmente alentadores. La escuela pública para menores de tres años sólo tiene plazas para el 7,2%. Pero hay numerosas guarderías, no autorizadas como centros educativos, que, según insiste Gema Paniagua, experta en educación infantil, «funcionan con un control que no va mucho más allá del que tiene cualquier comercio». «En demasiados de estos centros», según Paniagua, «ni siquiera atienden a los niños cuando quieren hacer pis».

El cuidado de los padres, el mejor predictor

Otra conclusión del estudio es que la calidad del cuidado de la madre, que se midió para todos los niños independientemente de sus experiencias con cuidado no materno, se mostró como mejor predicción del desarrollo de los niños que el tipo, la cantidad o la calidad de los cuidados infantiles. «Eso nos lleva a concluir que la experiencia familiar cuenta más que el cuidado externo», dice Belsky.

Según el doctor James Griffin, delegado del NICHD para el estudio, estos resultados prueban que los primeros cuidados de un niño pueden tener un efecto duradero en su desarrollo. Y, según Julie Shields, autora del libro The Mommy Trap (La trampa para mamá), el estudio revela que los padres deberían evitar llevar a sus hijos a guarderías cuando son muy pequeños, o por largos periodos de tiempo. Shields opina que sería mejor que los padres organizaran su horario laboral para estar el máximo tiempo posible con sus hijos y enviarlos el mínimo a guarderías.