7.07.2006

Psicología

Retrato de los prejuicios

Muchas veces, mostramos tolerancia hacia ciertas cosas, pero nuestro cerebro las percibe de forma muy distinta. Ahora existe una sofisticada herramienta —la resonancia magnética funcional (RMF)— que puede desvelar los prejuicios. Ante un indigente, por ejemplo, la mayoría diría que se trata de una persona, de un semejante. Sin embargo, según un nuevo estudio, nuestro cerebro responde ante ellos de la misma forma que ante algo "menos que humano".


Así lo han desvelado un grupo de psicólogos de la Universidad de Princenton, Lasana Harris y Susan Fiske.

Mostraron un gran número de fotografías de distintos grupos sociales (atletas olímpicos, profesionales de los negocios, personas mayores, y drogadictos) a un grupo de 22 estudiantes de la Princenton. Entre las imágenes, también había objetos —como coches deportivos, cementerios o retretes sucios— que podían estimular sentimientos como la envidia, la pena, el orgullo o el asco.

La RMF, un sofisticado sistema de imagen del cerebro que retrata qué zonas se activan en cada situación, arrojó respuestas más sinceras que las encuestas orales.

Hay una zona del cerebro (llamada córtex prefrontal medio) que sólo se activa cuando una persona piensa en sí misma o en otro ser humano. Cuando se están contemplando imágenes que representan algo desagradable, es parte del cerebro no se activa, y esto es exactamente lo que ocurrió cuando los participantes en el estudio veían las fotos de los marginados sociales.

Al ver las fotos de objetos desagradables, se activó la zona de amígdala y la ínsula. Y eso es lo que ocurrió cuando los voluntarios contemplaron las fotos de los grupos humanos marginados.

Según los autores, los miembros de ciertos grupos sociales parecen estar deshumanizados y los percibimos como si no fuesen capaces de experimentar emociones humanas complejas, de compartir creencias o de actuar según los valores y las normas sociales y morales. Harris y Fiske describen esta situación como una «discriminación extrema que revela la peor clase de prejuicio: exclusión de los grupos fuera de la Humanidad».

El estudio muestra que aunque vemos conscientemente a los grupos marginales como semejantes, el cerebro los procesa como algo menos que humano, «tanto si somos capaces de darnos cuenta de ello como si no».

El trabajo se publica bajo el título de "Dehumanizing the Lowest of the Low: Neuro-imaging responses to Extreme Outgroups" en Psychological Science.